domingo, 22 de septiembre de 2013

Psicoanálisis estulto no apto para muggles, vol. III


Caput draconis!

¡Bienvenidos a una nueva entrega de Psicoanálisis Estulto no apto para Muggles! Hoy os traemos el volumen 3 de la serie (por si sois vais un poco retrasados en la lectura, aquí tenéis los dos volúmenes anteriores, 1 y 2), pero antes de entrar en materia tenemos que hacernos eco de un acontecimiento inesperado

Y es que si en el preámbulo de esta serie de psicoanálisis os decíamos que teníamos 10 casos de estudio, más los 3 correspondientes a los redactores de La Catarsis, a día de hoy tenemos un total de… ¡17! Y os preguntaréis, ¿de dónde han salido esos cuatro casos de estudio nuevos? ¿Acaso estáis haciendo trampas y aceptando horrocruxes fuera de concurso? A lo cual nosotros os contestamos, con cara de decepción, indignación, y de “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”, que aunque no sería para nada extraño que nos hubiéramos pasado las reglas por el arco del triunfo y hubiéramos hecho una nueva colecta de horrocruxes de manera completamente ilegal, el origen de estas recién adquiridas listas de horrocruxes es completamente distinto.

Al más puro estilo de ese primer acto de La Celestina cuyo manuscrito se encontró Fernando de Rojas de manera casual, el otro día me hallaba yo plantando un pino (literalmente, malpensados) en el jardín de mi mansión en las Tierras Altas de Escocia cuando, cavando con una cuchara sopera (porque mucha mansión, sí, pero luego para lo que son cosas útiles me quedó un presupuesto nimio), me topé con algo duro.
- ¿Será un hueso de brontosaurio y podré, POR FIN, ver cumplido mi sueño de ser como Sam Neill en Jurassic Park? ¿Tendré el placer de encontrarme con un velocirraptor que sea capaz de abrir puertas (como mi gato)?
Lamentablemente, aquello “duro” con lo que me había topado no era sino una caja de Frosties cerrada cuidadosamente con cinta de carrocero. En su interior, aparte de tres ladrillos y varias notas anónimas de esas con letras recortadas de los periódicos en las que se me tachaba (y cito textualmente) de “Furcia”, “Síberet” y “Susia”, encontré cuatro manuscritos con muchas faltas de ortografía, manchas de café y miguillas del desayuno (creo que eran de magdalena, pero no puedo asegurarlo) en los que había escritas sendas listas de horrocruxes fechadas a 18 de marzo de 2013.

Como el 18 de marzo de 2013 fue la fecha de plazo máximo que di en su momento para que los sujetos de estudio me mandaran sus listas y además no tengo dinero suficiente para hacerle la prueba del Carbono 14 al mencionado hallazgo, no me quedó sino añadirlas a las que ya tenía pendientes.

Y así, hijos míos, es como conocí a vuestra madre después de ocho temporadas a cada cual más infumable me junté con 12 listas de horrocruxes para analizar. Tras barajar la posibilidad de cortarme las venas y/o renunciar a cursar el primer cuatrimestre del próximo curso con tal de conseguir tiempo para dedicarlo al psicoanálisis estulto, acabé prometiéndome a mi misma (y poniendo a dios por testigo, levantando el puño y todo –y la ceja también, que sin ceja no hay manera de tratar de imitar, que no emular, a Vivien Leigh) que de aquí en adelante publicaré como mínimo un volumen de esta serie cada quincena. Intentaré no seguir el ejemplo de nuestros políticos y cumplir esta promesa, pero en caso de que no sea capaz, espero que sepáis ser benévolos conmigo.

(¿Benévolos? ¡Benévolos mis c******! ¡A LA HOGUERA CON ELLA!)

¿Qué significa toda esta parrafada que os acabo de soltar? Pues que en lugar de los iniciales 5 o 6 volúmenes del Psicoanálisis Estulto no Apto para Muggles, ahora serán un total de 8 volúmenes. En el octavo y último (ya que espero no realizar más hallazgos como este, aunque solo sea por salud), tiraremos la casa por la ventana y analizaremos de golpe y porrazo todos los horrocruxes de los redactores de La Catarsis. Así que id pensando que si ya de por sí nuestras entradas son kilométricas, esa será más o menos como la Biblia. O como Los pilares de la tierra.

Y ahora vamos al grano: los Sujetos Número 5 y 6. Pero antes, breve repaso a las puntualizaciones de siempre:
1. Antes de cada análisis reproduciremos íntegramente la lista de horrocruxes que nos haya mandado el sujeto en cuestión, con explicaciones (en caso de haberlas dado) incluidas.
2. Al final de cada análisis se incluyen dos valoraciones, ambas puntuables sobre cinco: una de ellas mide el grado de trastorno psicológico del individuo (donde 1 = En sus cabales (¿?) / Gilderoy Lockhart; 2 = Ligeramente desviado pero inofensivo / Luna Lovegood; 3 = Integridad mental en riesgo / Sybill Trelawney; 4 = Necesita un psicólogo o dos / Alastor  Ojoloco Moody; 5 = Caso perdido y suscriptor de por vida a La Catarsis / Myrtle La Llorona), y otra indica sus probabilidades de éxito en caso de abrazar la vida de Malo Malísimo (donde 1 = No hay nada que temer / Argus Filch; 2 = Un “quiero y no puedo” / Draco Malfoy; 3 = Le falta un hervor pero puede liarla parda / Lord Voldemort; 4 = Peligro asegurado / Bellatrix Lestrange; 5 = No existe salvación posible / Dolores Umbridge).
3. Todos nuestros diagnósticos están avalados por la Universidad de Rotterdam y por el equipo médico del Veterinario Doctor Hugo Z. Hackenbush.


And now, for something completely different¡el primer caso de estudio del día! Aquí os presentamos la lista de horrocruxes del Sujeto Número 5, en adelante Len.


SUJETO NÚMERO 5

  • 1. Collar Yin-Yang: es así, y punto.
  • 2. Peluche de Marsupilami: porque me lo regaló Mil215.
  • 3. Tomo nº 18 de Shaman King: fue el primer cómic que me compré de Shaman King.
  • 4. Collar de la vaina de una bala: porque me la regaló Dani.
  • 5. Mi oráculo portátil: la felicidad que sentí cuando lo hice y lo llevé puesto no tiene límites.
  • 6. Cartel de Beast hecho por mí: ¡el mejor concierto de mi vida!
  • 7. Mi diario: llevo escribiéndolo desde los 8 años.

Antes de nada, y dada la presencia de esos collares y del diario, lo primero que se merece la lista de horrocruxes de Len es un…


Y si en la última entrega hablábamos de OBSESIONES al analizar los horrocruxes del Sujeto Número 3, en el caso de Len vamos a tener que volver a traer el tema a la palestra: si algo vemos claramente en esta lista es una obsesión preocupante por lo ORIENTAL… Podríamos justificarla diciendo que se debe, como era el caso de Indiana, a un trauma de la infancia, y que ver Mulán muchas veces seguidas no es bueno, pero en el caso de Len la obsesión parece tener una raíz mucho más curiosa:

- Collar Yin-Yang: bla bla bla taoísmo, bla bla bla filosofía oriental, bla bla bla sistema de opuestos, bla bla bla dualidad. Sí, todo muy bonito, muy zen y muy todo lo que vosotros queráis. Pero estáis olvidándoos de algo importantísimo, y es que el gusto por este símbolo también puede significar una DESVIACIÓN MENTAL ERÓTICO-ZOOFÍLICO-FESTIVA de proporciones épicas. ¿Que por qué? ¿Acaso nadie ha visto Me llamo Earl?
- ¿Y ese tatuaje del yin-yang? ¿Te has vuelto espiritual, o algo?
- ¿Esto? Yo creía que eran dos renacuajos foll*ndo.
El hecho, además, de que Len no quiera dar explicaciones con respecto a la elección de este horrocrux debería despertar aún más nuestras sospechas. ¿Nos encontramos, acaso, ante un ninfómano? ¿Ante un ninfómano zoofílico? ¿Ante un ninfómano zoofílico de ojos rasgados? ¿Qué opina de esto la Wikipedia? Opina que estoy desinformada, ya que el término “ninfómano” como tal no existe y en caso de ser el Sujeto Número 5 un hombre habría que calificarlo de sátiro o satiriaco (que padece de satiriasis). Dicho lo cual, ¿nos encontramos ante un Filoctetes oriental?


- Tomo nº 18 de Shaman King: para los de la LOGSE, Rey Chamán. Para los listos muy listos herejes comprensores del idioma de Satán superdotados entes superiores frikis, シャーマンキング. Shaman King, tras una búsqueda rápida en Google, parece una serie manga (gitana) de esas en las que aparece gente de rasgos raros y pelos de colores y que, llevada al medio audiovisual, utiliza un idioma del averno, incomprensible. Si el simple hecho de que te guste una cosa así no está considerado trastorno psicológico de clase A (de “Agárrate-y-no-te-menees”) perderé la fe en la psicología. Además, ¿por qué el tomo 18 de semejante despropósito? Quiero decir, lo normal es comprar el primer tomo de una colección, ¿no? ¿Qué oscuro propósito se esconde tras una acción como esa? Si le echamos un vistazo a la portada de dicho libro nos encontramos con esto:


No sé a vosotros, pero a mí –como historiadora del arte en proceso y con la experiencia que me otorga el haber hecho análisis de imágenes hasta la saciedad– me parece que es todo muy puntiagudo y, por ende, demasiado agresivo como para aceptar que la elección de este tomo haya sido casual. Además, lo de que los colores usados en la composición no sean cálidos también da que pensar. Para colmo aparece un señor con una máscara de pájaro que se me antoja un tanto inquietante (¡qué aliteración más bonita me ha salido!). Y para terminar de rizar el rizo, si sumamos los dígitos que componen el número del tomo (1+8) el resultado es 9, número que como todos sabéis, si se gira 180º  y se le añaden dos cifras iguales nos da… ¡en efecto, el NÚMERO DE LA BESTIA: 666! ¿Casualidad? ¡NO LO CREO!

- Oráculo portátil: ya metidos en faena hemos descubierto que a lo que Len hace referencia con este horrocrux es a un objeto también llamado Oráculo virtual y que guarda directa relación con el Shaman King este del que venimos hablando desde hace rato. ¿Qué es un oráculo portátil/virtual? Según esta página de dudosa reputación, se trata de un “aparato que fue creado para utilizarlo en el Torneo de Shamanes. Sirve para conocer todos los datos sobre esta”. Obviando los errores de concordancia de género y la paupérrima redacción de la frase, lo único que nos queda claro es que LA MENCIÓN DE UN CACHARRO ASÍ HUBIERA SIDO CONSIDERADA HEREJÍA POR LA SANTA INQUISICIÓN. ¡Y además el oráculo en cuestión es manufacturado! Ergo de lo mínimo que podemos tachar a Len es de BRUJO.


- Cartel de Beast: siendo inocentes podríamos pensar que ese “Beast” es un anglicismo pijo para hacer referencia a la Bestia de La bella y la bestia. Pero no os confiéis, porque aquí hay una prueba más de esa obsesión orientalizante que venimos tratando. Al parecer, Beast (o B2ST) hace referencia a un grupo de música surcoreano formado por señores surcoreanos que tienen nombres de esos que parece que has tirado una lata al suelo y has escrito el sonido que ha hecho, poniendo muchas consonantes líquidas, nasales y oclusivas velares de por medio (v. g. Yoon Doo Joon, Jang Hyun Seung, Yong Jun Hyung, Lee Gi Kwang). ¿Qué podemos deducir de todo esto? Obviamente, nada bueno. Aparte de dar por hecho que las canciones de los susodichos Beast, reproducidas al revés seguro que tienen mensajes satánicos a punta pala (pero eso no es nada nuevo: los de Led Zeppelin ya lo hicieron en Stairway to Heaven) podemos elaborar la teoría de que el éxito que está cosechando el Kpop en estos últimos tiempos se debe a que esta música contiene mensajes subliminales que incitan a sus legiones de fans a solidarizarse con la causa surcoreana, lo que querría decir que… ¡Corea del Sur estaría reclutando un ejército para ajustarle las cuentas a Corea del Norte! ¡Y eso significaría que Len es un SUJETO AL QUE LE HAN LAVADO EL CEREBRO! ¡Menudo descubrimiento!

Eh, pero le habrían copiado la idea a Los Simpson. Eso no vale.


En fin, dejando a un lado el peliagudo berenjenal en el que nos hemos metido sin comerlo ni beberlo, vamos a sopesar ahora el potencial de Len como criminal. Teniendo en cuenta que lo del lavado cerebral ha sido una teoría catártica sin fundamento y cuya veracidad no tenemos manera de probar, vamos a fijar nuestra atención en cosas más tangibles.

Como, por ejemplo, la elección de una vaina de una bala como horrocrux. Aunque Len intente maquillar este horrocrux diciendo que es un “collar”, no podemos ignorar el hecho de que sigue siendo una vaina de una BALA. ¿Diagnóstico? PERVERSIÓN ARMAMENTÍSTICA y POSICIONAMIENTO A FAVOR DE LA VIOLENCIA. Claramente. Pero tampoco debemos alarmarnos, porque el hecho de que un Malo Malísimo cuente con un arsenal inagotable de armas a su disposición no tiene por qué convertirle en un malo mejor que uno que se dedique a la tortura psicológica. Aunque desde luego, es un detalle muy a tener en cuenta…

No sabemos de dónde está sacado este GIF, pero viene a cuento no solo por el tema armamentístico, sino por el delirio oriental.

Y vamos a por el único horrocrux al que todavía no hemos hecho mención: el peluche de Marsupilami. Parece un horrocrux completamente inofensivo, ¿verdad? ¡Yo no diría tal cosa! No solo hay que tener en cuenta que procede de una tal “Mil215” –y a saber qué malévolas intenciones puede tener alguien que se hace llamar mediante un número–, sino que Marsupilami está lejos de ser un bicho inofensivo. Era más bien un poco GAMBERRO e HIPERACTIVO, y como es lógico y normal que los sujetos de estudio elijan cosas con las que se identifican para guardar fragmentos de su alma, podemos arriesgarnos a decir que Len comparte estas características con Marsupilami. Y para terminar de corroborar el potencial malvado de un bicho de estos: ¿os imagináis todos los usos violentos que pueden dársele a esa cola rabo apéndice colgante de longitud considerable NO ENCUENTRO NINGUNA MANERA DE DECIRLO Y QUE NO PAREZCA QUE ESTOY DICIENDO UNA GUARRADA ME RINDO cola? Si todavía hubiera elegido un peluche de la Pantera Rosa, quizá podríamos hacer la vista gorda, pero… ¡no!

En el caso de Len, su alter ego maligno está claro: el Señor Chang de Community bien podría ser el dueño de esta lista de horrocruxes. Comparten el aspecto orientalizante, el trastorno psicológico más o menos severo, el gusto por las armas… ¡todo!



CONCLUSIÓN: una vez analizados los horrocruxes de nuestro amigo Len, en lo que a grado de trastorno psicológico vamos a darle un…


3 = INTEGRIDAD MENTAL EN RIESGO


Tal vez Len no esté tan loco como el equipo directivo de La Catarsis, pero seamos honestos: su obsesión con Oriente es bastante más preocupante de lo que podía parecer en un principio. Afortunadamente, salvando ese punto flaco el intelecto de Len parece estar intacto (aunque dependiendo del número de horas de Marsupilami que se tragara en su tierna infancia, cabe la posibilidad de que Len tienda a un nivel 4 en nuestra escala de trastorno psicológico). En cualquier caso, recomendamos una terapia de choque radical para evitar acabar llevando a cabo acciones beligerantes en el continente asiático: visionar muchos vídeos de Manolo Escobar y el Fary, bailar sevillanas dos veces al día e ingerir una porción generosa de tortilla de patatas EN TODAS LAS COMIDAS (véase: desayuno, tentempié de media mañana, almuerzo, merienda, segunda merienda, cena y tentempié de la madrugada) durante dos semanas.


Y ahora, en lo que a probabilidades de éxito en caso de abrazar la vida de Malo Malísimo se refiere, Len se merece un…


4 = PELIGRO ASEGURADO


Ahora en serio: tanto detalle relacionado con el satanismo y la brujería no puede ser bueno. Vale que el 90% de nuestro diagnóstico dependa del buen saber interpretar del analizador de turno (y errare humanum est, ya se sabe), pero eso supone que al menos un 10% de lo que decimos es cierto. Y a mi ese 10% se me antoja más que suficiente, al menos en el caso de Len, como para tener mucho miedo. Más aún si pensamos en ese más que probable arsenal ilimitado de armas que el Sujeto Número 5 ha insinuado tener. E imaginad que, para colmo de males, es cierto que tiene una cola rabo NO EMPECEMOS OTRA VEZ cola larga y prensil capaz de asfixiar a doce personas de golpe, cual anaconda… ¡no habría salvación posible!



Y ahora tomad aire, id a estirar las piernas, acercaos a la nevera a por un refrigerio, descansad los ojos un rato y preparaos, porque aquí llega el segundo caso de estudio del día: ¡el Sujeto Número 6, en adelante Mr. Dufresne!


SUJETO NÚMERO 6

Suponiendo que conozco las artes oscuras, y mi meta es conseguir la inmortalidad a base de dividir mi alma en siete partes (pues 7 es el número mágico más poderoso, eso lo sabe todo el mundo) y convertirme así en el archiliche definitivo, lo primero que haría es no escribir esto, pero como mis conocimientos arcanos no parecen progresar:
¿Cómo elijo mis horrocruxes?
Lo primero, deben ser 6. Así, mi alma estaría dividida en siete partes: seis en los horrocruxes y una en mí. Hacer siete horrocruxes es un despropósito, no salen las cuentas. Escogeré cosas que sean difíciles de encontrar, difíciles de destruir, que pueda comprobar que están en buen estado con facilidad y, como soy un villano típico y con mucho estilo, cosas que sean cercanas a mí, sean míticas, majestuosas, etc.
Cumplir con todas estas cualidades es complicado, así que busco objetos que reúnan todas las características posibles.
  • La Luna: difícil de destruir, y puedo comprobar dónde está solo mirando al cielo. Genial. Convertirla en contenedora de un séptimo de mi alma puede parecer complicado, pero suponiendo un poder equiparable al de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado, que puede volar, solo me hace falta un traje espacial.
  • Un Nokia: todos hemos oído hablar de la dureza de este móvil, mientras no tenga a Chuck Norris de enemigo todo irá bien. Y lo puedo esconder en cualquier sitio.
  • Un dado de 20 caras: siempre podré preguntarle a este séptimo qué le parece algo en una escala del 1 al 20.
  • El cable que, si lo cortas, explota la bomba: así, cuando intenten destruirme, me llevo a alguien por delante. ¡Cuánto drama tendrá la escena!
  • Un cromo del profesor Oak: es jodidísimo de encontrar y, ¿quién lo destruiría? ¿Tú? Ni de coña.
  • Para el último objeto ni idea. Seguramente le preguntaría a Jordi Hurtado cuáles son los suyos.


… …

… … …





¿Podemos asignarle a Mr. Dufresne ya, de golpe y porrazo, un cinco en ambas escalas, cerrar La Catarsis para siempre, y hacer las maletas para huir al planeta habitable más cercano lo antes posible?

Vale, no: serenémonos. A lo mejor no es tan malo como parece. Tengamos en cuenta que, salvo raras excepciones, ponemos a los casos de estudio como malos malísimos para acabar dándoles puntuaciones ínfimas en nuestras escalas de maldad. Quizá si sometemos los horrocruxes de Mr. Dufresne a un psicoanálisis exhaustivo acabamos descubriendo que es más bueno que el pan. Así que, ¡que no panda el cúnico!


Para empezar a calmar los ánimos del personal deberíamos traer a colación la frase que culmina el primer párrafo del texto que nos mandó Mr. Dufresne: “mis conocimientos arcanos parecen no progresar”.  Algo es algo, ¿no? ¡No! Porque líneas más abajo Mr. Dufresne se confiesa un “villano típico y con mucho estilo”. ¿Nos encontramos tal vez ante un claro TRASTORNO DE DOBLE PERSONALIDAD? ¿O quizá Mr. Dufresne solo estuviera tratando de colarnos gato por liebre para que bajáramos nuestras defensas, descubriéndose así como un MAESTRO DEL ENGAÑO?

La cuestión es que si seguimos adelante nos topamos con que Mr. Dufresne ha sido el único sujeto de estudio que se ha dado cuenta de lo descabellado que resulta elegir siete horrocruxes. ¿Por qué falló Voldemort estrepitosamente en su intento de conquistar el mundo mágico? ¿Porque se le interpusieron Harry Potter & Cía.? ¡Pamplinas! ¡Falló porque cometió el descuido de crear un séptimo horrocrux (aunque, vale, fuera de manera involuntaria)! ¿Por qué creéis que le hemos dado solo un 3 en nuestra particular escala de maldad? Porque Voldemort es un malo un poco chapucero. ¿Acaso pensáis que alguien como, pongamos por caso, Dolores Umbridge se hubiera permitido cometer tamaño error? Obviamente, no. Por tanto nos encontramos con que Mr. Dufresne es el no-va-más en lo que a MENTE CALCULADORA se refiere.


Por si fuera poco, y esto es algo que puede haberos pasado desapercibido a muchos, Mr. Dufresne nos ha entregado una lista de horrocruxes particular en lo que al punto de vista de la estructura se refiere. ¿Por qué? Porque Mr. Dufresne no comienza directamente a relatarnos cuáles van a ser sus horrocruxes, sino que nos plantea una introducción. ¿Y quién en su sano juicio, a menos que haya sido previamente pervertido por múltiples trabajos universitarios, escribe una introducción así, porque sí? ¡Nadie! LAS PERSONAS QUE ESCRIBEN INTRODUCCIONES A LAS COSAS NO SON DE FIAR. No ya solo porque lo decimos nosotros, porque sí o porque lo pone en la Biblia, sino también porque escribir introducciones es claro indicativo de que se tiene muy bien amueblada la cabeza. En resumen: Mr. Dufresne, además de tener una mente calculadora, es un tipo ORDENADO. Peligrosa combinación…

Pero vayamos al grano: los horrocruxes. Debemos admitir que, para nuestro gusto, el primer horrocrux que ha seleccionado Mr. Dufresne supone una enorme equivocación. Elegir la Luna como horrocrux puede sonar, de primeras, muy épico, muy místico, muy romántico y muy todo lo que vosotros queráis, pero también denota una CLARA FALTA DE CONOCIMIENTOS REFERIDOS AL CINE DE ANIMACIÓN ACTUAL. (–Esta sección cada vez tiene menos coherencia. ¿A qué viene eso de considerar cualquier cosa como un trastorno psicológ-… –¡ESTA ES MI SECCIÓN Y ME LA F**** INVENTO LAS COSAS CUANDO Y COMO QUIERO!) Y es que si Mr. Dufresne hubiera visto Gru, mi villano favorito sabría de sobra que la Luna está ya muy solicitada por malos de diversa condición, lo cual la vuelve, a nuestro juicio, demasiado vulnerable como para ser un buen horrocrux. Estamos seguros de que a Mr. Dufresne no le haría mucha gracia que un séptimo de su alma fuera pasando de villano en villano, expuesto al uso de rayos reductores, rayos destructores, Estrellas de la Muerte (¿Estrellas de la Muerte?), Inators como los del Dr. Doofenshmirtz, etc. ¡Para que luego digan que el cine de animación no sirve para nada!


Para compensar esta pobre elección, Mr. Dufresne se corona, a nuestro juicio, como VERDADERO CEREBRO DEL MAL y dueño de una MENTE RETORCIDA DONDE LAS HAYA al poner entre sus horrocruxes un Nokia. Y es que todos sabemos que los Nokia son indestructibles. Pese a todo, podía ser peor: por fortuna, Mr. Dufresne no especifica qué modelo de móvil escogería para guardar un pedacito de su alma (aunque probablemente lo haga con el objetivo de dificultar su búsqueda). Si hubiera hecho mención al Nokia 3310 sí que deberíamos haber empezado a correr.

Como Harry, que es un maldito cobarde.

En cualquier caso, queridos stultos, cabe la posibilidad de que el teléfono que contenga un séptimo del alma de Mr. Dufresne sea en efecto el ya mencionado 3310, y de eso solo Chuck Norris podría librarnos (ni veneno de basilisco ni nada, eso son todo leyendas sin fundamento). ¡Así que mucho cuidado con Mr. Dufresne!


Prosigamos.

Lo del dado de 20 caras podría sonar ciertamente inofensivo a la par que inusual e inquietante. Para los muggles no iniciados en el fascinante mundo de los dados, diremos que (¡oh, maravilla!), no solo existen dados de 6 caras. Sí, sí, lo sabemos, es una noticia desconcertante: siéntese, abaníquese con lo que tenga más a mano (exceptuando al gato, que araña), respire profundamente un par de veces y, en caso de no albergar expectativas de jugar a algo más que el Parchís, la Oca o el Trivial en lo que le queda de vida, trate de olvidar lo que acaba de leer. El dado de 6 caras siempre estará ahí para ayudarle. Ahora, cierre esta página de su navegador y vuelva al mundo real.


El caso es que lo de preguntar cosas a pedazos de alma suena a videncia extrema, pero sobre todo apesta a FRIKISMO PURO Y DURO. Como ya dijimos en su momento cuando analizamos a nuestro Sujeto Número 1, los frikis son una especie destinada a dominar la Tierra (y el resto del universo conocido y por conocer). Pero en el caso de Mr. Dufresne, el grado de frikismo alcanza un nivel distinto y nos lleva a referirnos a juegos de rol. No tenemos tiempo de ponernos de contar qué son los juegos de rol (además, nunca podríamos ofrecer una explicación mejor que la de la Frikipedia al respecto), como tampoco nos podemos permitir el lujo de introduciros en materia de dados de rol, pero sí podemos decir, citando a la misma Frikipedia, que “el dado de veinte es el dios absoluto de los dados”. No hace tanto daño, al ser pisado, como el dado de cuatro caras (que compite con las piezas de Lego en el primer puesto del ranking del dolor), pero en manos de un Master, y dios quiera que Mr. Dufresne no sea uno, puede convertirse en un arma verdaderamente temible. Por supuesto, el hecho de que Mr. Dufresne fuera un Master nos pondría en conflicto con la Roligión, y la elección del dado de veinte caras podría adoptar dimensiones que escapan a la comprensión humana y desatarían el caos dentro de este blog al chocar con la doctrina impuesta por el Monstruo del Espagueti Volador… (y si tal cosa llegara a tener lugar, ríete tú de las guerras entre moros y cristianos). De modo que dejamos el tema en que Mr. Dufresne es UN FRIKI DE ALTO RANGO, y eso es malo.

La expresión de James Franco en este capítulo de Freaks & Geeks refleja perfectamente el sentir de cualquier persona normal que se ve arrastrada a una partida de, pongamos por ejemplo, Dragones y Mazmorras.

Otro trastorno del que hace gala Mr. Dufresne es el SADISMO. Dejando a un lado el hecho de que la elección del cable de la bomba es –cómo no– rebuscada y está muy bien pensada, alabar el dramatismo de una escena que consiste en ver volar en pedazos a una persona no deja de antojársenos algo macabro. Aunque tampoco hay que tomarse esto como una crítica, ¿eh? Para gustos los colores. Los hay que disfrutamos viendo cuadros en un museo y los hay que disfrutan viendo saltar por los aires trozos de ser humano… pero hay que querernos a todos por igual.

(AVISO DEL EQUIPO DIRECTIVO DE LA CATARSIS: Sentimos informarles de que la redactora habitual de esta sección, 1215, no está emocionalmente capacitada para analizar el siguiente horrocrux de la lista de Mr. Dufresne: el cromo del profesor Oak. Tras someterse a un programa intensivo de cuidado psicológico durante tres semanas la víctima no ha recuperado el habla aún. Los doctores consideran que la salud mental de la paciente sigue en estado crítico y que le llevará un tiempo (de 5 a 11 meses) reponerse completamente del shock. No obstante, incontables horas de terapia han conseguido que 1215 sea capaz de resumir su reacción ante la lectura del horrocrux de Mr. Dufresne mediante las siguientes imágenes:




Rogamos tengan en consideración el efecto causado por este horrocrux particular sobre 1215 a la hora de juzgar el nivel de maldad de Mr. Dufresne.)

En lo que a la última elección se refiere, delegar la misma en la figura del grandioso Jordi Hurtado nos parece un movimiento habilísimo (todo el mundo sabe que Jordi Hurtado es inmortal, ergo sus horrocruxes deben ser la repanocha), a la par que un claro síntoma de VAGANCIA EXTREMA. Probablemente la seguridad que le otorga el saberse dueño de cinco horrocruxes prácticamente perfectos ha hecho que la elección del sexto le parezca una nimiedad. Nos encontramos ante un Mr. Dufresne SEGURO DE SÍ MISMO, CONFIADO, plenamente CONSCIENTE DE SU PODER y de su clara SUPERIORIDAD.

¿Hay algún malvado al que podamos comparar a Mr. Dufresne? Obviamente hay pocos que cumplan con todas las características que hemos ido señalando en nuestro Sujeto Número 6, pero si tuviéramos que elegir a uno nos quedaríamos con el Light Yagami de Death Note. Mente brillante, calculadora, ordenada y retorcida, conciencia del propio poder y superioridad, cierta vena sádica… Quizá (¡y solo quizá!) Light no sea tan friki como Mr. Dufresne, pero teniendo en cuenta que es un personaje salido de un manga japonés, creo que podemos hacer la vista gorda.

(No podíamos evitar hacer referencia a este GIF en algún lado...)


CONCLUSIÓN: tras analizar los horrocruxes de Mr. Dufresne, en lo que a grado de trastorno psicológico vamos a darle un…


1 = EN SUS CABALES (¿?)


No sé a vosotros, pero a nosotros no nos ha dado la impresión de que Mr. Dufresne esté fuera de sus cabales. Sus horrocruxes pueden ser más o menos rebuscados, pero no dejan ver trastornos psicológicos severos más allá de su evidente maldad. Podemos deducir, pues, que Mr. Dufresne es dueño de una mente perfectamente lúcida y poco salpicada de la estulticia que impregna este blog… al menos, de momento. Aunque, como siempre, prestarse voluntario para ser analizado en La Catarsis es motivo suficiente como para considerar que el sujeto en cuestión corre el riesgo de acabar en el lado oscuro… ¡así que más le vale no confiarse!


Sin embargo, en lo que a probabilidades de éxito en caso de abrazar la vida de Malo Malísimo se refiere, Mr. Dufresne se ha ganado con creces un…


5 = NO EXISTE SALVACIÓN POSIBLE


Estaba claro, ¿no? Esta vez no nos hemos marcado un farol. Mr. Dufresne es, de momento, el sujeto más peligroso que ha pisado La Catarsis. Obviamente, nuestra promesa de confidencialidad nos impide revelar su nombre y advertiros contra él. Lo único que podemos aconsejar es tener una maleta siempre preparada cargada con ítems básicos para asegurar la supervivencia (una muda de ropa interior, una navaja suiza, una baraja española, un boli BIC, diez metros de cuerda y El Quijote), por si algún día hay que huir del país/continente/planeta. Nadie está a salvo con gente como Mr. Dufresne pululando a sus anchas por este mundo. Luego no digáis que no os avisamos.

¡Corred, insensatos!


Y con esto y un bizcocho nos despedimos hasta dentro de un máximo de quince días, cuando volveremos con el volumen 4 del Psicoanálisis Estulto no apto para Muggles y nuestros Sujetos Número 7 y 8. Siempre y cuando, claro está, Mr. Dufresne no se apodere del mundo antes de dicha fecha… cosa que no nos extrañaría que ocurriera.

En caso de catástrofe mundial, sabed que La Catarsis Erasmista se enorgullece de haberos tenido como lectores asiduos, aunque nos duela en el alma que os de alergia comentar en el blog. No podía faltar una pullita para poner punto final a la entrada.

¡Pastad ociosos, estultos de nuestros amores!


Y recordad:

Nunca oiréis palabras más sabias que estas. ¡Comed, desgraciados, que mostráis todos una delgadez preocupante! ¡NO NOS OBLIGUÉIS A PREPARAR COCIDO PARA UN REGIMIENTO!

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Psicoanálisis estulto no apto para muggles, vol. II


Como sabéis no hace demasiado tiempo que inauguramos esta sección de nuestro blog, pero en el periodo de tiempo que ha mediado entre la publicación del primer volumen de esta serie y el segundo, que os traemos hoy aquí, hemos recibido cientos (qué digo cientos, ¡miles!) de llamadas telefónicas del resto de sujetos de experimentación rogándonos que no publicáramos sus horrocruxes.

“¡A mí no me fastidies! ¡Paso de que me humillen de esta manera!”

“¡Que me devuelvan mi dinero!”

“¡Me engañaron! ¡Yo no quería participar en esta tontería!”

“Yo me llamo Ralph.”

Parece que las vejaciones (¿?) a las que sometimos a los Sujetos Número 1 y 2 han conseguido que el resto de nuestros conejillos de indias se arrepientan de haber colaborado con La Catarsis (menuda novedad), pero… ¡ya es tarde, piltrafillas! ¡Debisteis haber leído la letra pequeña del contrato!

El caso es que le pese a quien le pese, hoy volvemos a la carga con el análisis de los horrocruxes de los Sujetos Número 3 y 4. Pero antes de entrar en materia, y como sabemos que conseguimos seguidores nuevos todos los días que pueden no haber leído el volumen 1 de esta serie, consideramos pertinente repasar algunas de las puntualizaciones que hicimos la última vez:
1. Antes de cada análisis reproduciremos íntegramente la lista de horrocruxes que nos haya mandado el sujeto en cuestión. Todos tenían la oportunidad de añadir, si querían, una explicación (breve, extensa… a gusto del consumidor) del porqué de sus elecciones: algunos lo han hecho, otros no. Esta sencilla decisión puede jugar un papel fundamental en la lectura de los horrocruxes, volviendo el resultado del análisis de los mismos a favor del sujeto… ¡o en su contra!
2. Al final de cada análisis se incluyen dos valoraciones, ambas puntuables sobre cinco: una de ellas mide el grado de trastorno psicológico del individuo (donde 1 = En sus cabales (¿?) / Gilderoy Lockhart; 2 = Ligeramente desviado pero inofensivo / Luna Lovegood; 3 = Integridad mental en riesgo / Sybill Trelawney; 4 = Necesita un psicólogo o dos / Alastor  Ojoloco Moody; 5 = Caso perdido y suscriptor de por vida a La Catarsis / Myrtle La Llorona), y otra indica sus probabilidades de éxito en caso de abrazar la vida de Malo Malísimo (donde 1 = No hay nada que temer / Argus Filch; 2 = Un “quiero y no puedo” / Draco Malfoy; 3 = Le falta un hervor pero puede liarla parda / Lord Voldemort; 4 = Peligro asegurado / Bellatrix Lestrange; 5 = No existe salvación posible / Dolores Umbridge).
3. Todos nuestros diagnósticos están avalados por la Universidad de Rotterdam y por el equipo médico del Doctor Nick Riviera.


Dicho lo cual, vamos a abordar el primer caso de estudio de hoy:


SUJETO NÚMERO 3

Aquí tenéis la lista de horrocruxes que nos hizo llegar en papiro (por un momento nuestros corazones dieron un vuelco ante la posibilidad de que dichos horrocruxes pertenecieran al gran arquitecto Numerobis; luego pensamos que Numerobis es un buenazo, ergo lo de los horrocruxes no va mucho con él, por lo que desviamos nuestras sospechas hacia Paletabis, némesis de Numerobis… pero tampoco hubo suerte) el Sujeto Número 3, en adelante Indiana:

Lista de horrocruxes:
1. Mechero de leopardo: regalo de Aurora, y con eso de que me encantan los estampados, pues…
2. Escarabajo egipcio: tengo miles en casa, la gracia está en averiguar en cuál de todos está el asunto.
3. Fotografía de una cebra: tengo un cuadro divino de una cebra, pero le he cambiado el formato para adaptarlo más a lo que es un horrocrux. Porque claro, si hablamos de un cuadro, para esconderlo y demás… siendo una cebra… complicado. Tú piénsalo: mi cuadro de la cebra al lado de un Rafael en el Prado. ¡Sería épico! Pero la gente que me estudiase se daría cuenta de mi amor por las cebras y sabría dónde ir. No es muy funcional. 
4. El pollo psicodélico: elijo a Pollo porque es Pollo, ¡uno más de la familia!
(Como este horrocrux precisa de explicación añadimos, sin que sirva de precedente, una fotografía del susodicho:)
Pollo (pajarus plasticosus): dícese de un animal perteneciente a la familia de las aves y fabricado en plástico del malo que tiene la capacidad de emitir luces psicodélicas si se agita con fuerza. Su constitución semi-maleable hace que le aparezcan tumores aleatoriamente (por regla general en la cabeza y donde la espalda pierde su casto nombre). Su duro pelaje acumula más mierda que el palo de un gallinero. Se cree, según cuenta una antigua leyenda maya, que da suerte para aprobar exámenes en la universidad. La acción de ser golpeado en la cara por este extraño espécimen se conoce como “recibir pollazo”.
5. Pluma de pavo real: este horrocrux… no sé, no puedo explicarlo.
6. Peluche de Stitch: fue un regalo de mí para mí misma cuando fui a Disneyland, a donde quería ir desde que tenía 5 años.
7. Un zapato de la Barbie: se lo robé a mi vecina cuando era pequeña, y el caso es que me hizo gracia, ¡porque todavía lo guardo!

Los horrocruxes de Indiana se las traen. Desde luego, y dejando aparte trastornos que venimos diagnosticando a todos los sujetos (como los delirios de grandeza: “imagina mi cuadro de la cebra al lado DE UN RAFAEL EN EL PRADO”, ¡ahí es nada!), podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que Indiana es una persona PREVISORA y dueña de una MENTE CALCULADORA. No hay más que fijarse en ese cambio de formato al que somete a uno de sus horrocruxes con el único objetivo de hacer su búsqueda más complicada. Y lo mismo deja traslucir la elección del escarabajo egipcio (“tengo miles en casa”). Una cosa está clara: Indiana no va a ponerle las cosas fáciles a sus enemigos.

Por otro lado, lo que verdaderamente llama la atención de los horrocruxes de Idiana es que vemos en ellos varias OBSESIONES RECURRENTES, a saber:
  • EL CONTINENTE AFRICANO: leopardos, cebras, escarabajos egipcios… además de reflejar, en el caso del leopardo y la cebra, un preocupante gusto por los estampados horteras (que ella misma admite, y que podría darnos pistas de un posible síndrome choni si atendemos al uso del adjetivo “divino” para describir el cuadro), estos elementos dejan entrever que el sujeto siente una profunda atracción por África. Si además le añadimos la pluma de pavo real (y antes de que os llevéis las manos a la cabeza: sí, sabemos que son animales típicos de Asia y no de África, pero no van por ahí los tiros), podemos ver que nuestro Indiana es un fanático de lo exótico.
Hablando de estampados y gente hortera...
  • LO HORTERA: de nada sirve negarlo. Lo de los estampados que comentábamos hace un momento ya lo dice todo. Pero, por si no teníamos suficiente, Indiana escoge a un pollo “psicodélico” en el sentido de colorines, extravagancia, drogas duras y demás. Si juntamos la “psicodelia” con los estampados horteras nos encontramos con… ¡los años 80! Para aclarar de qué estamos hablando os proponemos una demostración práctica, y puesto que lo de repartir LSD entre nuestros seguidores no está bien visto, os invitamos a ver el vídeo de Cindy Lauper para entrar en materia hortera, luego mirar el GIF que hay debajo durante 30 segundos y a continuación echarle un vistazo a la fotografía de Alaska y Mario. ¡Colocón delirante al canto (y gratis)!

Ojito a la bata de leopardo...

[Vídeo extra para quien se haya quedado con ganas de sumergirse más en el universo de la horterez ochentera: We’re not gonna take it de Twisted Sister. A colación de este videoclip hay que decir dos cosas: 1) No nos explicamos cómo el actor que hace de padre no se llevó todos los premios posibles a mejor actuación de 1984; 2) No nos explicamos cómo todavía no nos hemos disfrazado de estos señores en Halloween/en Carnavales/para ir a la universidad.]



  • LOS JUGUETES: el pollo de plástico, el peluche (en nuestro universo los peluches no dejan de ser juguetes, ¿qué pasa?), un zapato de la Barbie… son todos elementos que vinculan a Indiana con esa época en la que todavía tenía dientes de leche y llevaba rodilleras de dinosaurios en los pantalones. No lo sabemos a ciencia cierta, pero casi podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que Indiana es una de esas personas que todavía se compran un Happy Meal/Burguer King para hacerse con los juguetitos de turno. Y eso es una cosa muy seria.

Si rascamos un poco la superficie de estas obsesiones, podemos fácilmente llegar a la conclusión de que tienen su origen en EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS DE LA INFANCIA (y en esto Freud coincide con nosotros). Probablemente su obsesión por lo africano se deba a un visionado compulsivo de El rey león y El príncipe de Egipto cuando Indiana era pequeño (bien), alternado con documentales de La 2 y revistas de National Geographic (mal). O tal vez una nefasta experiencia en el zoo –elefantes que te absorben la mano cuando les das de comer cacahuetes,  monos que te despiojan dejando en entredicho tu higiene capilar– dejó esta huella exótica imborrable en Indiana. En cualquier caso, queda descartada la zoofilia como motivo del trauma (¿O… no? ¿Quién no sufriría una obsesión por el continente africano y los estampados horteras tras haber sido violado (a. k. a. “haber sufrido una profanación de ojete”) por una cebra?).

Las cebras no son de fiar. Y si bailan, menos todavía.

En lo que a su obsesión por lo hortera se refiere, no hay de qué preocuparse: es benigna. Todos los que tenemos padres que moceaban (¡mocear, qué bonito verbo!) en los 80 con algo de glam rock sonando de fondo sabemos lo que es abrir un armario y encontrarnos una chupa de cuero con hombreras, pendientes de plumas, leggins de leopardo, cinturones con tachuelas y un bote de laca con fecha de caducidad de 1985 (¿ah, pero la laca caduca?). Es más que probable que Indiana creciera con algún disco de Bon Jovi de fondo, o con Alaska y El rey del glam, lo cual justifica su delirio hortera. El problema estaría, por ejemplo, en que Indiana viviera en algún lugar como Móstoles (Brónxtoles para los amigos) o Vallecas, ya que en ese supuesto su gusto por el leopardo, como ya hemos dicho más arriba, podría traducirse en un alter ego choni. Y eso necesita de tratamiento psiquiátrico y un buen par de hostias para arreglarse.

Si Indiana fuera este tipo de persona, tendríamos un problema.

Por último, en relación con los juguetes podemos deducir claramente que Indiana no fue un niño feliz. ¿Qué infante sentiría la necesidad de autorregalarse un peluche para compensar su insatisfacción por no haber visitado Disneyland en su debido momento? ¿Qué crío le hubiera robado un zapato de la Barbie a alguien, con lo que fastidia encontrarse luego con un tacón desparejado? ¿Qué persona en su sano juicio confiaría un séptimo de su alma a un pollo de plástico, además de creer ciegamente en los supuestos poderes de dicho pollo para ayudar a aprobar exámenes en la universidad? Obviamente, la respuesta a todas estas preguntas es un niño traumatizado. Quizá un niño que no tuvo suficientes juguetes siendo pequeño, o tal vez un niño que descubrió que [SPOILER ALERT] los Reyes Magos eran un invento del Corte Inglés cuando aún era demasiado joven, o tal vez un niño muy malvado que nunca se conformó con lo que tuvo. ¿Quién sabe?

Y es que hay niños muy hijoputescos...

Pero dejando a un lado los traumas de Indiana, vamos a centrarnos ahora en su potencial como genio malvado. ¿Lo tiene? Evidentemente . Como decíamos al principio de este análisis, Indiana hace gala de una MENTE CALCULADORA digna de cualquier villano que pretenda sobrevivir durante más del 98% del metraje de una película. Y no solo eso: la elección de un mechero como horrocrux obviamente deja ver una clara TENDENCIA PIRÓMANA que debería hacer que a todo bombero que se precie le temblaran las piernas. Porque si algo ha dejado claro Indiana son su CRUELDAD y DETERMINACIÓN: quiero un peluche de Stich, me compro un peluche de Stich, le pese a quien le pese. Quiero un zapato de la Barbie, ROBO UN ZAPATO DE LA BARBIE, Y ME REGOCIJO: “[…] el caso es que me hizo gracia, ¡porque todavía lo guardo!” Me gustaría ver a la vecina de  Indiana llorando el zapato perdido desde su tierna infancia hasta la fecha: si esto no es una forma de bullying despiadado a largo plazo, que me digan qué lo es.

Para más inri, su debilidad por los escarabajos egipcios hace que tengamos que plantearnos la posibilidad de que Indiana domine algún ARTE OSCURO al estilo del Alto Sacerdote Imhotep (no olvidéis llevar siempre un gato en el bolsillo por si os topáis con un malo de estos) o, lo que es peor, al de Hotep y Huy…  con cante y todo (contrariamente a la opinión popular, los malos que cantan NO pierden credibilidad), y secundado por una plantilla interminable de dioses egipcios. Además, no podréis negarme que esos TRAUMAS DE LA INFANCIA suelen traducirse luego en rencores profundos y ansias de venganza, dando lugar a MALVADOS DESPIADADOS tales como el Dr. Doofenshmirtz y O-Ren Ishii.

Total, que por inocentes que puedan sonar los horrocruxes de Indiana en un principio, ya vemos cómo detrás de ellos se esconde un verdadero cerebro del mal que podemos comparar al de Ralph Wiggum. Y antes de que os echéis a reír, RALPH TIENE MUCHO PELIGRO: colecciona traumas de infancia y comparte con Indiana el ansia pirómana, así como el gusto por lo exótico. Además, es indestructible, incansable, perfectamente capaz de lidiar con la policía sin levantar sospechas (minuto 1:13)… ¡Y para más inri, cuando le pica la medusa (minuto 2:44) dice que se va a ÁFRICA, nada menos! ¿Coincidencia? No lo creo.


No sé si os ha quedado claro o no, pero Ralph Wiggum es a Los Simpson lo que Claudio a Yo, Claudio. ¿Me explico?


CONCLUSIÓN: Una vez analizados los horrocruxes de Indiana, en grado de trastorno psicológico le damos un…

2 = LIGERAMENTE DESVIADO PERO INOFENSIVO


Puede que Indiana sea malo, pero en lo que a integridad mental se refiere tiene la cabeza bastante bien amueblada. Los traumas de infancia son algo que todos tenemos, así que en ese aspecto no hay por donde cogerle, y aunque su inclinación hacia lo hortera nos haga sospechar de que las cosas pueden ir a peor, de momento todo parece estar bajo control.

No debemos confiarnos, no obstante. Lo de la “psicodelia” no augura nada bueno. No coqueteéis con las drogas, niños, que son malas.


Pero si bien en trastorno psicológico Indiana parece no destacar demasiado, en lo que a sus probabilidades de éxito en caso de abrazar la vida de Malo Malísimo se refiere no podemos darle menos de un…

3 = LE FALTA UN HERVOR PERO PUEDE LIARLA PARDA


¿Tanto, tanto, al final para darle un triste tres (comiendo trigo con un tigre en un trigal)? Bueno, no olvidemos que Lord Voldemort es el malo malísimo de Harry Potter, pese a que nosotros lo tengamos un poco en baja estima. Pero, si os fijáis, de Indiana hemos dicho que tiene una mente calculadora, que es cruel y hace gala de una gran determinación, que puede hacer uso de ciertas artes oscuras, que los traumas de la infancia le han vuelto malvado con la edad… ¿qué pasa, que si no decimos que no tiene nariz no lo asociáis con Voldemort? ¡Tenéis que aprender a hilar más fino, hombre!

Cualquier día nuestro Indiana irá por la calle repartiendo maldiciones Crucio a diestro y siniestro, o gritando “¡KALI MA!” y arrancando corazones, y tendréis el valor de haceros los sorprendidos y decir “¡Es que a mí nadie me avisó de que esto podía ocurrir!”.



Y ahora, vamos con el…


SUJETO NÚMERO 4

Aquí va la lista del Sujeto Número 4, en adelante Malévich:
1. Cadena con reloj de plata y cuerda que mi padre le regaló a mi madre cuando eran novios. Dado el buen cauce de esa relación (jajaja) mi madre me lo dio a mí y es uno de los objetos que más aprecio, por el vínculo que tiene con la formación de mi familia, la historia personal que contiene. El que sea un reloj con cuerda y labrado hace que tenga algo de fundamental y esencial que me encanta.
2. El cuadro que le pintó a mi abuela uno de sus amigos y que es único y dedicado a ella. Algo que lleva impresa la gran amistad que les unía y la importancia de la gratitud. Sé que es una obra que mi familia va a preservar por el valor sentimental que lleva consigo, y el reflejo y constatación de la personalidad de mi abuela, por lo que tiene una gran importancia.
3. Collar con paloma de oro de mi madre: es una de las joyas que lleva mi madre desde que era pequeña. Recuerdo perfectamente el cumpleaños en el que se lo regaló mi padre, y el tintineo de la cadena al chocar con la paloma es uno de los sonidos que más me recuerdan a mi infancia, con esa seguridad que te da el saber que cerca de ti esta tu madre, que tanto te quiere y te cuida.  Puede que el collar se funda, se transforme, pero su esencia siempre va a estar ahí.
4. Libro manuscrito original de Los Elegidos, de Marianne Curley: uno de mis libros favoritos. El primer libro de amor y acción que leí y que me fascinó. Muchas veces creo que ese momento fue en el que me convertí en una lectora asidua, y estoy segura de que no sería en absoluto la misma persona si no hubiera sucedido así. El manuscrito es donde surge todo este mundo, por lo que es ahí donde colocaría el horrocrux.
5. Cuadro La Virgen rezando de Filippo Lippi: me encanta el arte, pero sin embargo, este cuadro no lo elijo por una razón de gusto (aunque su belleza es clara), sino por la relación personal con él. Este cuadro está colocado en la habitación en la que duermo en casa de mi abuela, y desde siempre me he preguntado quien sería aquella mujer, su historia, la historia del pintor, y hasta he llegado a desear que fuera el original... Este cuadro ha visto un siglo entero de mi familia, y tal vez pueda compartir su visión.
6. Mis diseños de moda: aunque no son de gran calidad, la ilusión con la que están concebidos hace que tengan ya una parte de mí, ya que a través de ellos puedo reconocerme y recordar los momentos en los que los hice.
7. Mi diario: es ahí donde he volcado mis ilusiones, mis anhelos, mis experiencias. Si lo leo rememoro momentos importantes de mi vida, y lo veo como un modo de conocerme y de tenerme presente.
No sé bien por dónde empezar, pero tanta mención a la FAMILIA me eriza los pelos de la nuca y vuelve a recordarme a Michael Corleone. Y repito lo que ya dije en el volumen 1 de esta serie: querida Malévich, si tienes algún tipo de relación con los Corleone (o con sus descendientes más directos) necesito que me pongas en contacto con ellos.

Si lo dice Vito Corleone, va a misa.

A primera vista, lo que sorprende de estos horrocruxes es su aparente FALTA DE MALDAD, ¿verdad? Bien, pues no quiero alarmaros pero os recuerdo que uno de los horrocruxes de Voldemort era precisamente su diario, y otro era el guardapelo de Salazar Slytherin (y aquí Malévich elige un collar), así que… ¡no os fiéis de las apariencias!

Voldemort se ríe porque sois unos confiados...

Una de las cosas que más puede llamarnos la atención al leer esta lista es que resulta ALTAMENTE MATERIALISTA. Y no materialista de cartón piedra, sino materialista de metales nobles. ¿Acaso nos encontramos ante algún miembro de la realeza, de sangre azul? Una cadena con reloj de plata y cuerda, un collar de oro, ¡La Virgen rezando de Filippo Lippi! Y aunque Malévich no es el primer sujeto que elige un libro para contener parte de su alma, en este caso no nos encontramos con un ejemplar cualquiera de dicho libro, sino con el manuscrito original del mismo. Esto ya es otro nivel.

Pero volvamos al tema de la FAMILIA (esa familia que no sabemos si es real o qué… ¿serán estos los horrocruxes del príncipe Felipe? ¿Será el príncipe Felipe un aclamado diseñador de moda encubierto?). No hace falta ser muy agudo para darse cuenta de que la imagen de la matriarca es básica: no solo la madre de Malévich es un pilar básico de los horrocruxes de la susodicha, sino que también lo es su abuela. ¿Quiere esto decir que nos encontramos ante una dinastía dentro del mundo de la mafia parecida a los Corleone, pero liderada por mujeres? De ser así, ¿a qué espera Francis Ford Coppola para llevar su historia al cine?

Además de esta interesante (y cinéfila) teoría, tanta mención a papá y mamá nos hace pensar en un caso de MAMITIS AGUDA, entendiéndose por “mamitis” no la inflamación de la mama (¿?), sino esa dependencia extrema de tu progenitora, así como el acto de echarla de menos cuando no está. Podríamos ir más allá y sacarnos de la manga un COMPLEJO DE EDIPO NEGATIVO tergiversado hasta niveles insospechados, y hablar de parricidio y conceptos similares hasta desatar una investigación criminal centrada en la figura de nuestra Malévich que daría lo suficiente de sí como para hacer una serie de HBO al respecto, pero nos parece ir un poco lejos. Lo que no se puede negar, desde luego, es que nuestro sujeto de estudio tiene un vínculo madre-hija digno de la princesa Mérida y su madre Elinor.

Después de una hora embobada con los GIFs de Mérida chiquitica, Mil215 retoma la entrada.

También huelga decir que el “yo, me, mi, conmigo” está muy presente en la lista de Malévich, así que tenemos que volver a mencionar el EGOCENTRISMO del que hacen gala la mayoría de nuestros sujetos de estudio. Claro que, en este caso, y teniendo en cuenta nuestras sospechas en cuanto a la pertenencia de Malévich a la mafia o a la realeza, se trata de un egocentrismo distinto. Como más justificado, por así decirlo. ¿De qué le hubiera valido a Vito Corleone pensar en los pobrecitos de a pie como nosotros? ¿Qué cosas buenas podrían salir del hecho de que Juan Carlos I bajara a tomarse un café a la facultad con nosotros? ¡Nada! Así que no podemos reprocharle a Malévich que solo piense en sí misma.

Por otra parte, y aunque antes nos hemos detenido a señalar el aspecto materialista de los horrocruxes de este sujeto, tenemos que admitir que también es fácil darse cuenta de que Malévich tiene un GRAN MUNDO INTERIOR cultivado gracias a su faceta de “lectora asidua”. Y si tomamos en consideración que la novela que ha elegido es de (y cito textualmente) “amor y acción”, podemos imaginarnos que ese mundo interior de nuestra querida Malévich está impregnado de esa SENSIBILIDAD y SENTIMENTALISMO EMPALAGOSOS que la caracterizan. Ya está, ya lo hemos dicho: en nuestra última entrada nos quejábamos del sentimentalismo del Sujeto Número 2, pero nuestro Sujeto Número 4 ha batido todos los récords. De hecho, para analizar esta lista de horrocruxes y no desfallecer en el intento tengo que tener abierta una pestaña en Google con chistes de humor negro (y ya sabéis, el humor negro es como las piernas: se tiene o… no se tiene), para combatir el exceso de dulzura de los horrocruxes de Malévich.

Aquí va una pequeña dosis de violencia gratuita para traeros de vuelta al mundo real.

Bien, pasemos ahora a analizar a Malévich como Malo Malísimo en potencia, porque como hemos podido comprobar, a nivel de trastornos psicológicos no tenemos mucho que decir. ¿Cómo de malo puede llegar a ser Malévich? Me juego el cuello a que la mayoría de vosotros os pasaréis por el arco del triunfo la advertencia que he hecho más arriba y diréis: “Malévich no tiene un pelo de malo. Es un santo”.

San Malévich.

¡Pues os equivocáis! ¡Malévich os ha estado engañando a todos! Os la ha colado ya con su primer horrocrux: “Cadena con reloj de plata y cuerda”. ¿Pensabais acaso que era un reloj corriente y moliente? ¡No! ¡En realidad es un eufemismo para referirse a un GIRATIEMPO! Y las personas que tienen giratiempos jamás albergan buenas intenciones. Pensemos, por ejemplo, en Hermione Granger: ¿qué es esa excusa de querer un giratiempo para poder ir a más clases? Todo mentira. Ni siquiera un empollón de la talla de Granger utilizaría un giratiempo para semejante chorrada. ¡Más bien estamos hablando de un giratiempo para volver atrás en el tiempo y desatar el caos! ¿Quién nos dice que Malévich no está intentando desbarajustar nuestra línea temporal y acabar con nuestra existencia en este mismo momento?

Imaginad que Malévich es como Homer y al viajar en el tiempo se pasa por el forro el consejo de "No toques nada"...

También les habéis hecho mucho el vacío a los diseños de moda. ¿Qué de malo pueden tener, al fin y al cabo? Son inofensivos, ¿no? PUES NO. Imaginad que Malévich diseña vestidos como el que lució Nicki-Minaj de Versace en los Grammy de 2012, o como los que suele llevar Lady Gaga en su vida diaria, o… peor aún, que es una Agatha Ruiz de la Prada en potencia y, al instaurar su dictadura del terror, NOS OBLIGA A TODOS A VESTIRNOS ASÍ:

Hombres del mundo, no os confiéis, porque puede que Malévich sea como Alexander McQueen, le dé por diseñar ropa de tío como esta y os obligue también a llevarla. Nadie está a salvo.

Yo no sé a vosotros, pero a mí me parece temible.

Pero ojo, que he dejado lo mejor para el final. Entiendo que esto haya podido pasaros inadvertido a los que no estudiéis Historia del Arte, o incluso a los que estudiéis Historia del Arte pero no hayáis cursado la asignatura de Inicios del Arte Moderno (o similares) con Valdovinos, pero una servidora no ha podido evitar que se le ponga la carne de gallina al leer lo de “Cuadro La Virgen Rezando de Filippo Lippi”. ¿Por qué? Porque el amigo Filippo Lippi TIENE DEL ORDEN DE OCHOCIENTOS MIL CUADROS DE VÍRGENES DISTINTAS que no hay quien se estudie, ni distinga (–Pero si en este dice que la Virgen está rezando, es una aclaración muy grand-… –¡A CALLAR!), ni recuerde, ni nada. De modo que, a ese respecto, elegir un cuadro de una virgen de Lippi para contener un horrocrux es un gesto que sobrepasa los límites de la maldad permitida para un historiador del arte. Probablemente, aunque el cuadro fuera en efecto fácil de encontrar, la mención de las palabras “virgen” y “Lippi” en una misma frase bastarían para hacer que la cabeza del historiador del arte explotara. Más aún teniendo en cuenta que ni siquiera es el cuadro original, lo que multiplica exponencialmente el número de ejemplares existentes. Para que os hagáis una idea los que no queréis tener nada que ver con el arte, la maldad que Malévich ha demostrado en esta elección puede igualarse a la del señor al que se le ocurrió la idea de meter puzzles como sorpresas en los Huevos Kinder… ¡ahí es nada!

No solo lo digo yo, lo dice también Desmotivaciones. ¡Qué gran verdad!

Visto lo visto, creemos que si tuviéramos que equiparar el genio maligno de Malévich con el de algún otro personaje, nuestra elección sería el Hada Madrina de Shrek 2. Mujer todopoderosa donde las haya, dueña de un verdadero imperio como es la Fábrica de Pociones del Hada Madrina, defensora a ultranza de su familia (el Príncipe Encantador, primo lejano de Jaime Lannister), amante del lujo y el aparato, y aparentemente inofensiva pese a ser en realidad un verdadero cerebro criminal en la sombra. ¡Y además, tiene estilo (cosa que no hemos dicho que Malévich tenga, pero se intuye claramente que así es)! En resumen, una enemiga a tener en cuenta.




CONCLUSIÓN: Analizados los horrocruxes de Malévich, en grado de trastorno psicológico le damos un…

1 = EN SUS CABALES (¿?)


Malévich puede estar tranquila: está muy lejos de sufrir un trastorno psicológico remotamente similar al que sufrimos los miembros de La Catarsis. No obstante, el simple hecho de ofrecerse a participar en este estudio pone un poco en entredicho su buen juicio (de ahí lo de añadir un par de signos de interrogación a eso de “en sus cabales”). Recomendamos a Malévich que ponga fin de manera radical a su relación con este blog, olvide todo lo que ha leído aquí, y no piense ni remotamente en interactuar con los miembros fundadores de este disparate bloguero en la vida real. Así, y solo así, conseguirá librarse de un más que probable deterioro neuronal a largo plazo.


Y ahora, en lo que a probabilidades de éxito en caso de abrazar la vida de Malo Malísimo se refiere vamos a otorgarle un…

1 = NO HAY NADA QUE TEMER


Antes ha tenido que vérsenos el plumero: no hay por dónde coger a Malévich. Toda la argumentación que habéis leído unas líneas más arriba no era sino la manera de justificar que nuestro sujeto de estudio nos hubiera enviado sus horrocruxes. ¡No hay ningún atisbo de maldad en los mismos! Esto podría mosquearnos ligeramente si nos planteamos la idea de que no puede existir alguien tan bueno como Malévich, ¡pero es cierto que existe! Mal que nos pese, y aunque no queramos creerlo, hay gente a la que no le interesa dominar el mundo. Desde La Catarsis os animo fervientemente a proponer a Malévich como nueva Ministra de Magia y/o Directora de Hogwarts, visto lo buena gente que es. ¡O como poco habrá que darle una Mención Honorífica a la Bondad Personificada, o algo!

(¿Os habéis planteado la posibilidad de que Malévich nos haya sobornado con un suministro de mazapanes y Guinness de por vida para que la declaremos inocente e inofensiva, cuando en realidad es una Dolores Umbridge en toda regla?)


Y hasta aquí el segundo volumen del Psicoanálisis Estulto no apto para Muggles en La Catarsis Erasmista. Ya sabéis que podéis ahorraros las cartas de protesta para que no publiquemos vuestros casos en un futuro próximo, ya que las usaremos para cubrir los baldosines de la cocina cuando hagamos huevos fritos y que no se quede todo pringado de aceite. Esperamos nuevamente que esta entrada haya cumplido con vuestras expectativas y hayáis pasado un buen rato a nuestra costa (y a la de nuestros sujetos de estudio), y si no, siempre podéis buscarnos en la cafetería de la facultad de Geografía e Historia de la Complutense para pegarnos una paliza. Pronto estaremos de vuelta con los Sujetos Número 5 y 6.

Hasta entonces, ¡feliz vuelta al cole!


Y recordad:

Sabemos que nada os haría más felices que oír esta frase salir de la boca del profesor de turno, pero... lamentablemente, hay pocos profesores/directores/decanos tan enrollados como Dumbledore. ¡Suerte con los exámenes de septiembre, universitarios! ¡Encomendaos a Erasmo en caso de necesidad, o a Lina Morgan!

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