domingo, 5 de octubre de 2014

La Claqueta Metálica: Todos con Leo



Todos con Leo

Lo anunciaban anteayer en Fofogramas (e, imagino, en miles de millones de otros medios de comunicación): Leonardo DiCaprio abandona la interpretación…

"Ah, se siente."

... TEMPORALMENTE.

Con lo que, de primeras, nos ahorramos que le ponga su jeta a Steve Jobs en la película sobre el mismo que prepara Danny Boyle. Según dicen en The Hollywood Reporter, ya se están barajando nombres como los de Christian Bale, Matt Damon, Ben Affleck y Bradley Cooper para cubrir el puesto del insustituible DiCaprio. Por mí, se los podían ahorrar a todos. No tengo ganas ni tiempo para ponerme a explicar por qué la moda (ya vigente desde hace algunos años) de rodar biopics sobre la vida de TODO CRISTO me parece una pérdida de tiempo y un signo inequívoco de que las “crisis creativas” no son competencia exclusiva de La Catarsis Erasmista (¡aleluya!). Sólo diré que si finalmente se decantan por Bradley Cooper, el remedio va a ser peor que la enfermedad.

Steve Jobs se ríe (por no llorar) desde la ultratumba al leer la noticia (en su iPhone 9000) de que puede que Bradley Cooper haga de él en el citado biopic.

Pero volvamos con DiCaprio, que es lo que nos preocupa. Aunque se haya desvinculado del biopic de Steve Jobs, nuestro amigo Leonardo todavía tiene pendiente The Renevant a las órdenes de Alejandro González Iñárritu y con un compañero de lujo: Tom Hardy. Así que, fans acérrimos de DiCaprio, no lloréis: todavía volveréis a verle en pantalla una vez más.

Hardy es la única razón por la que voy a darle una oportunidad a la segunda temporada de la serie Peaky Blinders. Ha sido bautizado como "el nuevo Brando" (a la gente de Cannes se le va la pinza: Brando no hay más que uno), y lo cierto es que el zagal me cae simpático, incluso aunque cuando vaya afeitado me den una grima importante los labios que tiene (por razones que, dicho sea de paso, escapan a mi comprensión).

En Fofogramas se aventuran a lanzar la siguiente hipótesis para explicar el parón de DiCaprio: “Quizás la intensidad de sus tres últimos trabajos, Django Desencadenado, El Gran Gatsby y El Lobo de Wall Street, han sido un punto de inflexión en la carrera del actor”. Aparte de que me chirría al ojo la estructura de la frase (si el sujeto es “la intensidad”, ¿el verbo no iría en singular?; ¿el punto de inflexión es la intensidad de los trabajos o los trabajos en sí?; ¿habéis oído hablar de la asignatura “Español escrito para fines académicos”?), tengo varias cosas que decir al respecto de dichos trabajos:
1) Django Desencadenado: Antes de nada debe notarse que su Calvin Candie es un personaje secundario que no puede competir con los roles protagonistas de las otras dos películas. Sin embargo, he de admitir que su actuación fue una de las cosas que más me gustó de Django, no por nada, sino porque me divertí con DiCaprio. Pensé “Jo, Tarantino, ¡qué genio eres! Has sido capaz de sacar a DiCaprio de su (interminable) racha de personajes de ceño fruncido”. Probablemente me gustó más incluso que Christoph Waltz, y no porque Waltz no lo hiciera bien, sino porque su Dr. King Schultz me pareció una especie de refrito del Coronel Hans Landa de Malditos Bastardos. Y, diantres, digo yo que Waltz vale más que eso, ¿no?

2) El Gran Gatsby: Lo siento mucho, pero entre la insoportable languidez de Carey Mulligan, el desvarío fílmico generalizado característico del amigo Baz Luhrmann y la actuación de DiCaprio, esta versión de El Gran Gatsby se me hizo intragable. Y no es que le tenga mucho más cariño a la del 74 con Robert Redford y Mia Farrow (a decir verdad, creo que mi problema radica en el hecho de que la novela de Fitzgerald ya se me hace coñazo de por sí), pero… de verdad, ¡qué 143 minutos de suplicio! No me creo a DiCaprio de galán. Se podía haber ahorrado esta película, y todos seríamos más felices.
Claramente, DiCaprio se estaba yendo por las patas abajo durante el rodaje de esta toma. Si no, que alguien me explique el porqué de su cara de estreñimiento. QUE ME LO EXPLIQUE.

3) El lobo de Wall Street:Bueno, yo CREO que después de los EMCs 2014 sobra cualquier tipo de comentario respecto a esta película. Desde que tuve la desgracia de verla en los Cines Verdi con El Exarca de Kyoto y las Señoras ganadoras del EMC 2014 al Mejor “Tiene dos huevos así de grandes” no puedo ver  a DiCaprio ni en pintura. Lo mismo que me pasó con Russell Crowe después de Los miserables.
Ojalá pudiera, Russell Crowe... OJALÁ PUDIERA.

Entiendo, dentro de lo que cabe, que el rodaje de El lobo de Wall Street le supusiera a DiCaprio un desgaste físico y psicológico notable, sobre todo después de escenas como la de la sobredosis de quaaludes. De hecho me sorprende que no tuvieran que darle algún que otro día libre después de rodarla (lo que me recuerda al caso del actor Donald O’Connor, que después de grabar el número musical de Make ‘em laugh en Cantando bajo la lluvia estuvo tres días en cama para reponerse del esfuerzo realizado… ¡y con razón!).

También me sorprende, por cierto, que la afonía no fuera un problema frecuente durante el rodaje, dado que, como demuestra el fastuoso “Honest Trailer” de El lobo de Wall Street, DiCaprio básicamente se pasa la película yelling his way to an Oscar nomination…

Ojo, que el trailer contiene perlas como "Experience the film that critics fucking slammed for glorifying the lifestyle of a corrupt Wall Street stockbroker, even though he's a fucking miserable wife beating drug addict who loses his business, family and fortune", o "Settle in for a movie that's all about fucking excess". Y os prometo que no hemos sido nosotros quienes hemos redactado el guión...


Pero aun así, no me convence. Sinceramente, pienso que al igual que desde La Catarsis Erasmista catapultamos al éxito las carreras de Mads Mikkelsen y Jennifer Lawrence con sus premios de los EMCs 2013, la campaña “anti-Leo” que lanzamos con los EMCs 2014 ha debido de dejar a DiCaprio en muy mala posición dentro de Hollywood.

Paraos a pensarlo: en la primera edición de los EMCs, Russell Crowe consiguió un total de 7 nominaciones, en 2 de las cuales se proclamó vencedor. Y no sólo eso, sino que en los EMCs de este año fue nominado de nuevo por su caída en Los miserables… ¡y se creó un premio en su honor: el Honorífico Russell Crowe a los mejores agudos! Desde entonces no levanta cabeza: Man of Steel (vale, al Jor-El de Marlon Brando a hortera no le gana nadie, pero el de Crowe parece que se ha confundido de película y acaba de escaparse de Jotunheim… aunque el mejor Jor-El siempre será el padre de Ernesto Sevilla), otras dos películas de las que no sé si habréis oído hablar (yo, desde luego, no), Winter’s Tale y Broken City, y la todopoderosa Noé de Darren Aronofsky, a la que espero que no le caiga ninguna nominación en los Oscars del 2015 porque no tengo gana ninguna de verla.

Amén de que parece que a Crowe le gustó el look que lucía Hugh Jackman en Los miserables y  pensó "Oye, pues se lo copio en Noé". ¡Qué original!

Visto el ejemplo de Crowe, a Leonardo DiCaprio seguro que se le erizaron los pelos del sobaco al ver que El lobo de Wall Street obtenía 15 nominaciones a los EMCs 2014 (2 de ellas directamente relacionadas con el personaje de DiCaprio, Jordan Belfort) y que, además, él estaba nominado en otras 2 categorías. Finalmente, ELDWS se llevó un total de 4 EMCs más un premio creado a propósito (la Pseudo Yema Abulense Maquiavélica) para aquellos detalles cinematográficos que nos revuelven el estómago. Leonardo, sin embargo, se fue de vacío: recordad que el EMC al Mejor Loser se lo dimos a Tobey Maguire, porque estábamos tan enfadados con DiCaprio que no quisimos concederle siquiera el honor de ser el mejor de los peores.

Y es que si hay algo peor que llevarse un EMC es, de hecho, no llevarse ninguno.


Muy confiado tras haber ganado, en la edición del 2013, el EMC a las (Des)Ventajas de ser un Marginado, DiCaprio pensó seguramente que liarse la manta a la cabeza y hacer algo como El lobo de Wall Street no iba a tener consecuencias. “Soy intocable. Soy el crío que se convirtió en el terror de las nenas gracias a Titanic. Scorsese me quiere a mí más que a De Niro. Soy el niño bonito del cine. No me dan un Oscar porque no me haría justicia: me merezco un premio que esté por encima de eso”.  Pero se equivocó.

Sin embargo la jugada no le salió del todo bien. Llegaron los premios de la Academia y DiCaprio no se llevó el Oscar a Mejor Actor del 2014: fue su compañero de reparto, Matthew McConaughey, quien le arrebató la estatuilla por su papel en Dallas Buyers Club.

Aquí tenéis el momento en que se anunciaba que Matthew McConaughey se había hecho con el Oscar. Mirad cómo Leonardo se muerde los labios tratando de contener las lágrimas, y cómo Jonah Hill, en el primer GIF, le dirige una mirada de soslayo para asegurarse de que Leo no va a levantarse y a empezar a arrancar cabezas a mordiscos.

Pero Leonardo ya estaba acostumbrado a que le quitaran el Oscar delante de sus narices, e incluso tenía ensayada la cara de póker durante la ceremonia. Lo que no se esperaba era obtener unos resultados tan catastróficos en los EMCs 2014, después de los cuales nuestro querido DiCaprio llegó a la conclusión (a buenas horas…) de que había metido la pata hasta el fondo.

Desde entonces DiCaprio se ha sumido en un pozo de desesperación donde, si bien siguen consolándolo diversas modelos rubiales del estilo de su larga lista de exnovias, le atormentan continuamente las dudas acerca de su futuro en la industria cinematográfica al tiempo que le persiguen los fantasmas de sus equivocaciones pasadas. Y todo esto se ve reflejado en las pintas con las que se ha dejado ver Leonardo este verano…

¿Por qué, Leonardo...
... POR QUÉ?

Los hay que han dicho, incluso que DiCaprio está tratando de emular a un peso pesado del celuloide, el gran Jack Nicholson. Y pese a que de momento no va del todo por el buen camino (al menos en lo que se refiere a méritos cinematográficos), sí es cierto que en el plano físico sus esfuerzos están dando resultado:

El parecido resulta escalofriante si pensamos en que los actores, en las fotos, se llevan una diferencia de, probablemente, más de 20 años.

Conclusión: no os creáis todo lo que dice Internet. Si Leonardo DiCaprio abandona TEMPORALMENTE la interpretación es porque La Catarsis Erasmista le ha ayudado a abrir los ojos y a ser consciente de sus errores.

Desde el blog queremos mandarle a DiCaprio una cariñosa palmadita en la espalda. Hemos perdido la fe en ti, pero todavía podemos recuperarla. Siendo sinceros, hemos recibido la noticia de tu retiro TEMPORAL con la más amplia de las sonrisas y lo consideramos un justo castigo divino (Ningirsu no perdona) por haberte atrevido (junto a Scorsese, que es igual de culpable) a hacer algo como El lobo de Wall Street. Pero también confiamos en que este paréntesis te ayude a ver las cosas desde otra perspectiva, y que dentro de, quién sabe, cinco o diez años (o quizá no tantos, porque no sabemos cuánto aguantaremos haciendo los EMCs, y nos gustaría volver a premiarte por algo que merezca la pena) vuelvas a la gran pantalla con proyectos que nos dejen pegados al asiento y que te lleven, por fin, a hacerte con el Oscar que tanto ansías.

Prescripción catártica: recomendamos que, para terminar de aclararte las ideas, te confines durante un par de meses en el monasterio de Yuste, siguiendo el ejemplo del gran Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano-Germánico. Mano de santo, oiga.

Y si no… siempre están los premios Cecil B. DeMille y los Oscars Honoríficos, ¡que además pueden ser póstumos! Así que no desistas.


¡No pierdas la esperanza, Leo!

Y no pongas esa cara de perrete abandonado, que no ha sido para tanto.


NOTA: Si nosotros fuéramos Peter Jackson nos esmeraríamos MUY MUCHO con El hobbit: La batalla de los cinco ejércitos. Teniendo en cuenta que El hobbit: La desolación de Smaug tuvo, como ELDWS, 15 nominaciones en los EMCs 2014 y se llevó nada más y nada menos que 6 galardones, y visto lo acontecido con Crowe y a DiCaprio, el siguiente en caer tiene que ser Jackson. Así que, ¡que se ande con cuidado!


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