A
estas alturas de la función puede que os sorprenda que en La Catarsis estemos publicando una entrada que no tenga relación
con los EMCs. Y, la verdad, ¡no os
culpamos!
Pero
como no podemos permitirnos el lujo de perder el tiempo en justificar nuestra
ausencia (principalmente porque no tiene justificación), vamos a dar paso a las
noticias de hoy:
¡HEMOS VUELTO!
Es
obvio que estamos de vuelta (si no, no estaríais aquí leyéndonos), pero merece
la pena hacer hincapié en ello porque es una cosa importante. Seguimos aquí,
vivitos y coleando, dispersos a lo largo y ancho de la geografía española
(¡cosas que pasan!), pero con los cerebros más podridos que nunca.
Después
del verano la primera acción catártica que hemos llevado a cabo para aliviar
nuestras conciencias ha sido enviar a
todos los participantes de los EMCs sus Sir
Mazapanes de Consolación para Torpes. De hecho, y contra todo
pronóstico, parece que a algunos ya os han llegado vuestros premios. ¡Ya iba
siendo hora de que empezáramos a cerrar el ciclo de los EMCs 2014!
Antes
de seguir adelante tenemos que advertiros algo: esta entrada no es una nueva
entrega del malogrado Psicoanálisis Estulto no apto para Muggles.
No obstante, antes de que os echéis a llorar desconsoladamente deberíais saber
que no nos hemos olvidado de dicha sección: todavía quedan cinco volúmenes de
la misma por publicar y en algún momento volveremos a la carga con ellos.
Llegados
a este punto la pregunta que estará rondando vuestras cabecitas será: “¿QUÉ
DEMONIOS ES ESTA ENTRADA?” Pues bien, esta entrada es fruto del aburrimiento,
como el 99% de las publicaciones de este santo blog.
Era ponerse a pegar tiros a una pared como Sherlock o escribir en La Catarsis... |
Como
bien sabéis, los redactores de La Catarsis
Erasmista sentimos una profunda debilidad por el mundo del celuloide; qué mejor prueba de ello que nuestros Erasmos de Mazapán Catárticos. Sin
embargo, los EMCs son una cosa puntual que sólo tiene lugar (¡gracias a
Ningirsu!) una vez al año. ¿Qué pasa el resto del tiempo? ¿No vemos películas?
¡CLARO QUE VEMOS PELÍCULAS! Quizá no tantas como deberíamos (definitivamente no
tantas como para poder llamarnos a nosotros mismos cinéfilos), pero empleamos
una cantidad sustancial de nuestro tiempo en el visionado de filmes.
No
sé al Exarca de Kyoto, pero a mí me faltan ganas, conocimientos y desparpajo
como para inaugurar una sección de crítica
cinematográfica en toda regla. Para eso ya tenéis blogs a cascoporro por
los Interneses, además de revistas (más o menos) especializadas como Fofogramas y Cisnemanía,
o la loable sección de críticas de Manzanas Azules.
A
este blog le hace falta un añadido fílmico desenfadado y más recurrente que los
EMCs. Una sección de cine donde hablemos de películas y series, actores,
directores, productores (y demás! ♪ ) porque sí, porque nos da la gana. ¿Nos ha gustado una película? Hablamos de
ella. ¿No nos ha gustado una película? HABLAMOS MUCHO DE ELLA. ¿No entendemos
qué están haciendo directores de la talla de Martin Scorsese y Ridley Scott con
sus vidas? LO DECIMOS MUY FUERTE.
No sonrías tanto, Scorsese, que contenta me tienes... |
Creo,
pues, necesaria la creación de un espacio
pseudo-cinéfilo donde tengan cabida nuestras reflexiones y al que me ha
costado bautizar. Lo primero que me vino a la mente fue Crónicas Murcianas (nunca sabré por qué). Pero descartada esta
ocurrencia imprevista, teniendo en cuenta que el glorioso título Abortos de Mejillón ya está reservado
para otra sección de este blog (a mí no me miréis, es cosa de la Beata Beatrix), y que carezco de morro
suficiente como para llamarla Mierdosis (por
mucho que me guste el nombre, no deja de ser una ocurrencia de los de Muchachada Nui), he acabado
decantándome por…
(Conste
que estuve a punto, ¡a puntito!, de llamarla Cinema Cocoliso, pero me parecía un título demasiado poco serio,
incluso para tratarse de una sección de este blog…)
Quizá debería plantearme crear otra sección a la que llamar así... porque me duele en el alma que esta imagen esté condenada al olvido. |
Podría
inaugurar esta sección con una entrada kilométrica dedicada a argumentar
pormenorizadamente por qué no me gustó El lobo de Wall Street. O también
podría escribir sobre lo muy decepcionada que me tienen individuos como Leonardo DiCaprio (desde El lobo de Wall Street), Russell Crowe (desde Los Miserables), Johnny Depp (desde Piratas
del Caribe: El cofre del hombre muerto), Martin Scorsese (por El lobo
de Wall Street), o Ridley Scott (por cosas como Prometheus y El consejero, y por querer rodar Blade Runner 2). O quizá podría explicar por qué hacer un remake de Ben-Hur, Lawrence de Arabia o West
Side Story (CUIDADITO CON LO
QUE HACES, SPIELBERG) me parecen pésimas ideas. A riesgo de poner en juego la
poca salud mental que me queda podría también analizar una por una las claves
del casposísimo éxito de películas de la talla de Kárate a muerte en Torremolinos o
El
ataque de los tomates asesinos. O, ¡o!, podría incluso daros 521
razones por las que una de las primeras lecciones que deberíais enseñar a
vuestros hijos es que Indiana Jones es una trilogía.
Sin
embargo, no acometeré ninguna de tales empresas (y eso que la de El lobo de Wall Street me tienta, pero
sólo pensar que tendría que revisionarla para poder escribir sobre ella me
revuelve el estómago): voy a inaugurar esta sección con la última película que me he sentido tentada de añadir a mi lista de
favoritas en FilmAffinity (y no, no penséis que os voy a proporcionar el
enlace a mis listas de FilmAffinity, porque si las consultaseis dejaríais
inmediatamente de leer esta entrada).
Para
contextualizar el asunto (“contextualizar”: algo que NO deberíais hacer a menos
que seáis historiadores de algún tipo) diré que recientemente he llegado a la
conclusión de que a lo largo de mi infancia
he tenido una educación deficiente en
materia cinéfila. Sí, puedo recitar del derecho y del revés la gran mayoría
de películas Disney de los 90, tengo Space Jam y ¿Quién engañó a
Roger Rabbit? grabadas a fuego en la retina escena por escena, todavía
intercambio de manera aleatoria con mis compañeros de Bachillerato citas de Pequeños guerreros, Robin Williams (que
en paz descanse) fue uno de los mayores héroes fílmicos de mi niñez gracias a,
entre otras, Flubber, Señora Doubtfire y la todopoderosa Jumanji… ¡pero no me saquéis de ahí!
Siento una necesidad imperiosa de revisionar Jumanji ya desde hace tiempo. |
¿Qué
quiero decir? Por ejemplo, que no he visto La
princesa prometida hasta los 21 años. NO
HE VISTO LA PRINCESA PROMETIDA HASTA
LOS 21 AÑOS. Que ya me daba hasta vergüenza ponerme a verla con estas
edades. “¿¡Pero cómo no has visto La
princesa prometida, si me la he tragado yo ocho millones de veces de pequeño!?”
¡NO LO SÉ! ¡Ni siquiera había oído hablar de ella hasta que entré en Tumblr!
Y
eso no es lo peor: a día de hoy todavía no he visto ni Los Goonies, ni La
historia interminable (aunque
sí me he leído el libro, porque Michael Ende es mucho Michael Ende), ni Willow,
ni Los gremlins,
no tengo recuerdo alguno de Dragonheart (aunque mi madre está empeñada en que he tenido que verla alguna
vez), etcétera, etcétera, ETCÉTERA.
Esto no puede ser, menos aún si tenemos en cuenta que mi misión principal en esta vida es la de pervertir a mis futuros sobrinos a base de
ponerles películas infantiles en VHS a escondidas de mi hermano, creando así
una especie de utopía cultural noventera
en la que las pobres criaturas puedan crecer sanas y salvas. ¿Se puede saber
qué utopía de chichinabo pretendo fabricarles faltándome como me faltan tantas obras maestras del cine infantil por ver? ¡Estoy abocada al fracaso!
El
caso es que el otro día, a mis ya 22 primaveras, vi por primera vez Labyrinth
(dir. Jim Henson, 1986), y qué queréis que os diga…
...
sé que habría crecido más feliz si hubiera sabido de la existencia de este
David Bowie cuando era niña. (De
hecho, muy probablemente mi estilismo también se hubiese visto afectado gracias
a él.)
¿Qué
es Labyrinth? ¿Habéis visto Labyrinth? ¡Ved Labyrinth!
Labyrinth
es
una gozada. Cuando la ves ahora
no puedes evitar ser consciente de lo cutres que resultan los efectos creados
por ordenador, de que a las marionetas se les ven los palitroques que les
mueven las manitas, de que muchos decorados son de glorioso cartón-piedra, y de
que el playback de Bowie no puede ser más evidente, pero… ¿y qué? ¿Acaso soy la
única nostálgica a la que le hacen los ojos chiribitas cuando se enfrenta al
visionado de una película tan genuinamente ochentera?
Pero
bueno, al grano: ¿de qué va Labyrinth? De una quinceañera que,
un poco hasta las narices de hacer de canguro de su hermanastro, un bebé
chillón insoportable, le pide al Rey de los Goblins (como si aquí le ruegas a Dios: es algo que se hace por costumbre, no porque creas que vaya a
hacerte mucho caso) que se lleve al crío un rato, porque a ella ya le ha
calentado demasiado la cabeza. Lo malo es que el Rey de los Goblins EXISTE (p-p-p-plot twist!), tiene cara de David
Bowie, y atendiendo a la súplica de la muchacha encierra al crío en la Ciudad
de los Goblin, situada en medio de un laberinto la leche de grande que está
plagado de esbirros del Rey. Total que la quinceañera tendrá que buscarse las
mañas para atravesar el laberinto en menos de 13 horas o si no su hermanastro
será convertido en un goblin y a ella le caerá un castigo que la privará de
postre hasta los 33 años.
"A Jack Torrance le gusta esto." |
El
primer borrador del guión de Labyrinth corrió a cargo de uno de nuestros ídolos
catárticos por excelencia, Terry Jones
(aka “la madre de Brian”), integrante
de los Monty Python. Y aunque el resultado final es fruto de la colaboración de
otros guionistas (entre ellos el amigo George Lucas), el espíritu pythoniano de Jones se deja sentir en la película,
o al menos a mí así me lo parece, sobre todo por medio de las intervenciones de
los personajes secundarios.
Sobran las palabras. |
00:00 - 00:19. A la pobre pared de roca sólo le falta decir "But it's my only line!"
El
argumento no es nada del otro jueves, como podréis comprobar, y canta a la
legua que es una especie de refrito a medio camino entre Alicia en el País de las
Maravillas y El mago de Oz
con el que, como no podía ser de otro modo, se pretende promover el valor de la
amistad y del trabajo en equipo. Aunque también hay quien cree
que Labyrinth es una alegoría sobre el control mental y la
pone en relación con los Illuminati… (¡este parece un trabajo para Robert
Langdon!)
Entonces,
¿qué es lo que hace de Labyrinth una
película que me he sentido tentada de incluir entre mis favoritas?
1. Jennifer
Connelly
¿Se
puede ser más bonita que Jennifer Connelly de adolescente? Cuando ya creía que
no podría enamorarme más de ella de lo que lo hice tras ver Érase una vez en América (PELICULÓN QUE
TODOS DEBERÍAIS VER, así, como dato), llega Labyrinth
y me rompe los esquemas. No porque Connelly brinde una interpretación digna de un Oscar de Hollywood ni mucho menos, sino porque, como ya he dicho, es
bonita hasta decir basta, tiene unos ojos verdes que quitan el sentido y dan ganas
de comérsela con patatuelas (siempre que no se pone repelente por exigencias
del guión).
De
la escena del baile (a la que pertenece este modelito) hablaré más adelante pero, por favor, ¡MIRAD QUÉ COSA MÁS
PRECIOSA DE MUCHACHA!
Y
en la primera escena tiene una pinta de Ofelia tan perfecta que dan ganas de
ahogarla en un riachuelo para actualizar el famoso cuadro de Millais.
2. David Bowie
GOD BLESS DAVID BOWIE
Bowie
siempre ha sido y será un pintas. Algunos (¿muchos?) de sus
estilismos pueden tildarse, a todas luces, de horteradas caballunas (aunque no sé si nuestra experta en moda, la Beata
Beatrix, compartirá mi opinión), pero parece que con los años se ha ido
sosegando. El look de su Jareth, Rey de los Goblins, es harina de otro
costal: cardado típico ochentero, maquillaje estrambótico, prendas de cuero,
cuellos levantados, camisas de chorreras, mallas de huevera apretada, botas
altas de tacón considerable… salvando las distancias, Jarteh podría haberse
escapado de un videoclip ochentero de alguna banda de glam de la época.
Si
a eso le añadimos que Bowie no deja de tener un algo a nivel físico que lo hace único (el detalle de las pupilas
disparejas le añade por lo menos +10 de carisma), Jareth se convierte en un pseudo-villano mítico por derecho propio.
Más aún con la voz (qué voz) y el acento puramente british que gasta Bowie, ¡para qué queremos más!
Y
está todo tan sobreactuado… que al
final el resultado acaba teniendo encanto.
3. Las marionetas y señores
disfrazados
De entre los que destacan:
Aunque
que conste que hay muchos más.
Podéis
decir (y con razón) que estoy “chapada a la antigua”, pero casi agradezco
encontrarme con bichos fantásticos que no
estén creados mediante CGI, ya sean marionetas, animatrónicos, señores
metidos dentro de trajes rocambolescos.... Sí, lo de generar imágenes por
ordenador es la panacea (y abre un mundo infinito de posibilidades en el cine,
eso es innegable), pero también hay que admitir que últimamente estamos llegando
a unos extremos en que en las películas se ven más nítidos los bichos creados
por CGI que los propios actores, y a mí me parece que eso ya canta.
Vale,
ahora puede que cuando veáis al Yoda de la trilogía original de Star Wars
os dé la risa. Pero, ¿de verdad era necesario poner a Yoda en modo “mosca zumbona karateka”
en la nueva trilogía? ¡Con lo bien que han envejecido, por ejemplo, los efectos
especiales de Parque Jurásico, a sus 21 añitos! Casi me atrevo a asegurar que cuando
estrenen Jurassic World el año que
viene se les irá la mano con el CGI y será Chris Pratt quien parezca irreal
comparado con los dinosaurios que traten de zampárselo.
A
lo mejor es que he tragado demasiado Barrio
Sésamo de pequeña, pero a mí lo de
las marionetas y los señores disfrazados me inspira bastante ternura, por
mucho que las pintas de algunos de los bichos los conviertan en firmes
candidatos a protagonizar pesadillas de toda índole.
4. Este
diálogo:
Que
no he dejado de repetir mentalmente desde que vi la película.
JARETH: You remind me of the babe…
GOBLIN: What babe?
J: Babe with the power!
G: What power?
J: Power of voodoo!
G: Who do?
J: You do!
G: Do what?
J: Remind me of the babe!
00:04 - 00:12
Y que además es un guiño a un diálogo entre Cary Grant y Shirley Temple en El solterón y la menor (1947).
01:53 - 02:01
Pero volviendo al numerito de Bowie, enlazamos con el siguiente punto…
5. Las
canciones
En
la tónica de colaboraciones como la de Ray Parker Jr. en Los cazafantasmas (1984), Queen en Los
inmortales (1986), o Bryan Adams en Robin Hood: Príncipe de los Ladrones (1991),
con respectivos videoclips en que músicos y actores compartían localizaciones
o, en el caso de los segundos, incuso batallas entre espada y pie de micro, en Labyrinth los números musicales se ponen
al servicio de David Bowie por completo. No le hace falta grabar videoclips
aparte porque las propias escenas de la película pueden considerarse como tal.
Ya
veíamos arriba el caso de Magic Dance,
donde Bowie se marca un bailecito rodeado de 48 marionetas, 52 marionetistas y
8 personas disfrazadas de goblins. Ahí es nada. Y con miradas a cámara y todo. "PORQUE YO LO VALGO", que pensaría Bowie.
Junto
con Magic Dance los dos números
musicales más sobresalientes son As the
World Falls Down y Within You.
No sé vosotros, pero yo en cuanto vi el ambiente general de este número esperaba ver aparecer en cualquier momento a los de Queen con las pintas del videoclip de It’s a Hard Life. ¡Ah, benditos años 80! Yo creo que desde que Mercury y Bowie grabaron juntos Under Pressure en el 81 debieron amigarse e intercambiar ideas acerca de modelitos y estética en general… ¡vaya dos!
Y
luego tenemos el no va más, el cénit de la película, el punto álgido, ¡la
catarsis de la guasca!: Within You.
Por si no me habían conquistado lo suficiente con el resto de la película, ya llegando al final me plantan un breve numerito musical que se desarrolla en un escenario sacado de Relatividad, la famosa litografía de M. C. Escher de 1953.
No
sé qué me pasa con Escher. Tal vez
vagar sin rumbo durante tres años por los pasillos del Conservatorio de Música
de Getafe, de cuyas paredes colgaban (y espero que sigan colgando) multitud de
reproducciones de las litografías del susodicho, hizo que acabara cogiéndole
cariño a su particular universo de figuras imposibles. O quizá dedicarle
demasiadas horas a construir una maqueta de Relatividad
en cartón pluma con la paciente Irene terminó de establecer las bases de una
sólida e imperecedera conexión espiritual entre el artista neerlandés y yo.
El
caso es que ver a Jareth/David Bowie cantarle a Sarah/Jennifer Connelly en
semejante emplazamiento mientras hacía
piruetas de escalera en escalera desafiando a las leyes de la gravedad revolvió algo muy dentro de mi ser. Ahí
fue cuando supe que Labyrinth se
había ganado el derecho a ocupar un puesto preeminente en mi Lista de películas para pervertir a mis
sobrinos. ¡Y con razón!
Conclusión: pese a quien pese, me ha encantado Labyrinth. Me gustan su espíritu cien por cien ochentero, lo cutre que resulta en general vista desde una óptica actual, la
imperante sobreactuación, lo mucho que chupa cámara David Bowie (porque él lo
vale), lo entrañables/terroríficos que resultan sus monstruitos… ¡todo!
IN GEORGE LUCAS WE TRUST!
(¿Os he dicho ya que George Lucas es productor ejecutivo de la película? Eso lo explica todo...)
Y
hasta aquí mi humilde reflexión cinéfila que, como veis, no lleva a ninguna
parte. Disculpadme mientras me pongo a reunir materiales para tratar de
transformar el Renault Clio de mi madre en una máquina del tiempo (el
presupuesto no me da para un DeLorean), y con un poco de suerte me voy a vivir
la vida loca en los 80.
Pero
antes lanzo una pregunta al aire:
¡Y no valen dibujos animados! Eso lo dejamos para otro día…
¿Qué
películas añadiríais a mi lista (o a la vuestra particular)
de Películas
para pervertir a mis sobrinos?
¡Y no valen dibujos animados! Eso lo dejamos para otro día…
Para pervertir a cualquiera, masters of the universe lograron destrozar más de una infancia.
ResponderEliminarPara hacerles felices e idealistas, mola la bruja novata... Y la favorita de mi hermano (que vivió la época oscura) era Taron y el caldero mágico.
Y si quieres que crezcan un poco de golpe y se hagan antisistema, Brasil es de Terry Gilliam y no puede ser más ochentera.
Por cierto, +100 con la referencia a Gary!
*CARY, NO GARY.
EliminarApunto, pues, Masters of the Universe y La bruja novata (he leído mucho acerca de ella, pero nunca he llegado a darle una oportunidad... ¡y eso que sale Angela Lansbury!).
EliminarTaron y el caldero mágico la voy a apuntar de estranjis, porque es de dibujos animados y eso había quedado en dejarlo para más adelante.
En cuanto a Brazil del bonico de Gilliam... quizá para cuando sean un poco más mayores, que creo que mi hermano me retiraría la palabra si le convierto a los niños en unos antisistemas ya desde los 5 o 6 años.
De cualquier modo, ¡gracias mil por las recomendaciones!
PD: La primera gratamente sorprendida con el guiño al todopoderoso Cary Grant fui yo. ¿¡De quién sería la idea!?
¡¡¡EL REY PESCADOR!!! de Terry Gilliam y… con ¡¡¡Robin Williams!!!
ResponderEliminarPues yo les pondría películas como las que vi yo: La Naranja Mecanica, Uno de los Nuestros, Casino, Pulp Fiction, Matrix etc. Aunque igual les pervierto demasiado… ¿No?
Ahora en serio, obligatorias como Solo en Casa 1 y 2, Regreso al Futuro (La 3 igual… no hace falta) Los Cazafantasmas, Agárrame esos Fantasmas. Yo les pondría La Vida de Brian (Yo la vi muy joven y no la entendí pero siempre he sido un chico corto. Una que recuerdo mucho fue El Guerrero Nº 13, ¡¡¡La Momia!!! ¡¡¡El Quinto Elemento!!!
Me podría pasar horas.
P.D. No te sientas mal, sumando la gran mayoría de las películas que tu no has visto mas Forrest Gump y E. T. tenemos a: ¡Mi! xD
P.D.2. Para mi esta sección se va a llamar Cinema Cocoliso.
MIEDO ME DA TOMARME EN SERIO TUS RECOMENDACIONES.
Eliminar¿La naranja mecánica, Uno de los nuestros, Casino, Pulp Fiction, Matrix...? Por dios, ¡que estamos hablando de sobrinos de entre 4 y 10 años de edad! ¿¡LA NARANJA MECÁNICA!? Yo recuerdo haberla visto cuando tenía a lo mejor 14 o 15 años y fue un error.
De Robin Williams habría que organizar un ciclo, porque yo lo considero casi como una especie de "mentor cinematográfico honorífico" para los niños. Los tres títulos que he mencionado en la entrada son los que he visto más a menudo, ¡pero tiene muchos! Yo creo, de hecho, que cada una de sus películas es adecuada para una edad más o menos concreta. Podría crearse todo un "programa de crecimiento/madurez cinematográfico/a" de la mano de la filmografía de este hombre.
Me apunto para mi lista las de Solo en casa (ay, Macaulay Culkin... ¡cómo ha degenerado ese muchacho!). En cuanto a la trilogía de Regreso al futuro, Los cazafantasmas, Agárrame esos fantasmas, La momia, El guerrero nº 13 o El quinto elemento, me parecen más adecuadas ya para a partir de los 11 o 12 años. Pero vamos, salvando alguna que no he visto de tu lista, el resto son peliculones de obligado visionado en algún momento u otro.
Con la que esperaría algo más es con La vida de Brian (y eso que a mis sobrinos acabaría metiéndoles a los Monty Python en vena en algún momento), precisamente por lo que tú dices: porque se necesita cierta "madurez" para empezar a entender el humor pythoniano.
¡Gracias por tu aportación, no obstante!
PD: De todo hay en la viña del Señor... ¡paciencia! ¡Tenemos muchos años por delante para ponernos al día!
PD2: Tú llámala como te dé la real gana, pero su título es La Claqueta Metálica y punto final. Mi conciencia cinéfila necesitaba de un guiño a Kubrick en algún lado para quedarse tranquila.
¿Error? ¡Qué error, mujer! Ha sido lo que mejor podíamos hacer, ¡míranos ahora!
Eliminar¡Y tanto! (No he podido evitar entrar en su filmografía): Jack, Señora Doubtfire, ¡Hook! ¡Patch Adams! (Esta recuerdo perfectamente cuando fui al cine a verla, no me gusto tanto… pero bueno). Y ya aparte de Robin Williams recordé varias más: Esta Casa es una Ruina (Tom Hanks es mucho Tom Hanks) ¡Las Tortugas Ninja! Míticas.
No sé si Little Nicky es suficientemente ochentera, aunque la parafernalia final roza los límites de este blog.
ResponderEliminarLo que sí sé es que La princesa prometida no es una "película infantil".
"Antes rompería una vidriera de colores que matar a un hombre como vos".
Primero de todo, confesar que yo no visioné la Princesa prometida hasta el año pasado, y no he visto muchas de las películas que mencionas, cosa que me avergüenza y que merece la deshonra sobre mi persona y sobre mi vaca (no haber visto Sonrisas y Lágrimas también es un sacrilegio?¿?¿ porque la gente se escandaliza cuando lo digo), así que creo que deberíamos proponernos ver dichas películas lo antes posible¡¡¡
ResponderEliminarpor otro lado me han entrado ganas de ver Labyrinth¡¡¡¡ creo que un día de estos me paso por la biblioteca a sacarla xD
ya se echaban de menos las entradas de éste blog, y por lo menos me he podido echar unas risas ^^
con respecto a las películas que deben ver tus sobrinos (y de paso todo crío que conozca yo también ( como sobrinos o hijos de amigos) coincido con el que ha comentado en primer lugar con La bruja Novata....no es tanto estética y esencia ochentera pero está bastante bien, yo al menos la recuerdo con mucho cariño...y también debes incluir, cómo no, Back to the future¡¡¡ ya sé que no es como La princesa prometida o La historia interminable pero yo me lo pasaba bomba con esas pelis de enana¡¡¡
y ya puestos, también deberías incluir si es posible la serie de Alf, estética ochentera, y un ser extraterrestre a partir de un gran disfraz de peluche que no engañaba a nadie y que encima comía gatos¡¡¡¡ No tengo nada más que añadir xD
Pero... ¿Donde está "El Lobo de Wall Street"? Esperaba una entrada llena de indignación pero NO, solo ha traído a mi memoria recuerdo de mi infancia.
ResponderEliminarAl ver la lista de películas que no has visto, muchas me han parecido vergonzosas, no que has hecho con tu infancia porque no la encuentro, pero aunque quiera no puedo echarte nada en cara teniendo en cuenta que hasta ahora no había visto 'El club de los poetas muertos' , '2001: Una Odisea en el espacio' y otras muchas de una larga lista.
Aun sigo esperando entradas los domingos pero este blog está cada día más muerto por mucho que me duela reconocerlo, pero sigo siendo una ferviente admiradora.