viernes, 30 de enero de 2015

The Norman Invasion




MIL215
Editora Nazi
irishimmler@edicionesnazis.com

Queridos stultos, me presento hoy ante vosotros en mi rol de Editora Nazi para dar la bienvenida, henchida de júbilo, a la nueva sección que hemos ido anunciando a bombo y platillo en Facebook y Twitter desde hace un par de meses: INTERCULTURART.

¿Qué es INTERCULTURART? En pocas palabras, una revista trimestral que versa sobre arte. ¿Sobre qué tipo de arte? Ahí, stultos, es donde reside su carácter pionero. INTERCULTURART pretende dar cabida a estudios sobre el arte producido en cuatro culturas que, pese a haber sido desatendidas hasta la fecha por parte de los investigadores, cuentan con miles de millones de fanáticos a lo largo y ancho del globo:

  • La Tierra Media: obra de J. R. Tolkien.
  • Una Galaxia Muy, Muy Lejana: ideada por George Lucas.
  • El Mundo Mágico: creado por J. K. Rowling.
  • El Mundo Animado: fruto del trabajo de estudios cinematográficos como Disney, Pixar, DreamWorks, etc.

Hay muchos esfuerzos y esperanzas depositados en este proyecto, además de una pasión sincera por estos mundos que INTERCULTURART va a abordar desde una perspectiva artística. Es por eso que La Catarsis Erasmista, en su afán por reconciliar a sus fundadores con su faceta de historiadores del arte, se ha volcado en patrocinarlo y darle cabida dentro de sus dominios blogueros.

El equipo de profesionales detrás de INTERCULTURART está formado por la crème de la crème de las cuatro culturas que hemos mencionado. Cada número reúne entre sus páginas a estudiosos de diversas procedencias, razas e incluso especies, que presentan en sus artículos los resultados, hasta ahora inéditos, de años de investigación en sus respectivos campos.

Una empresa de semejante envergadura necesita, por supuesto, de un férreo sistema de control editorial que garantice la excelencia de los contenidos presentados a la revista. Por eso, cada una de las culturas que conforman el ámbito de estudio de INTERCULTURART cuenta con un Editor Jefe especializado, de impecable trayectoria profesional, numerosos méritos reconocidos mundialmente y con incontables años de experiencia a sus espaldas.


Con unas credenciales como éstas, ¿quién osaría dudar del potencial éxito de INTERCULTURART

Por si fuera poco, esta iniciativa cuenta con unos padrinos de lujo llegados directamente, como es costumbre, del mundo del humanismo renacentista. Nuestro habitual Erasmo de Rotterdam en esta ocasión ha preferido adoptar un rol honorífico y delegar en manos de dos de sus más eminentes colegas el patrocinio de INTERCULTURART. Por un lado, Hans Holbein el Joven ha sido el encargado de anunciar la inminente publicación del primer número de la revista vía Twitter, orgulloso de que por fin haya un hueco para el arte dentro del blog. Por otro lado, Sir Tomás Moro ha asumido la colosal tarea de gestionar el proceso de conversión de La Catarsis Erasmista en un espacio bilingüe.

Como lo oís: gracias a los esfuerzos de Tomás Moro, y a su buen saber hacer a la hora de coordinarnos a C-3PO —experto en más de seis millones de formas de comunicación y a mí en las labores de traducción, nos complace anunciar que INTERCULTURART va a ser la primera sección de La Catarsis Erasmista en contar con su correspondiente versión en inglés. Si os fijáis en la parte superior de la barra izquierda del blog veréis un nuevo apartado, Lapsus Linguae, donde aparece la siguiente imagen:


Más abajo podéis hacer click sobre la bandera correspondiente al idioma en el que prefiráis leer la entrada. El cambio sólo tendrá efecto en aquellas publicaciones que sean bilingües, característica que se anunciará debidamente al principio de las mismas mediante la inclusión de este aviso:

Dicho lo cual sólo me queda cederle la palabra al alma mater del proyecto que tenemos entre manos, el verdadero cerebro detrás de INTERCULTURART, con quien ha sido un placer colaborar en la gestación de esta aventura editorial que emprendemos hoy. En nombre del equipo fundador del blog quiero desearle el mayor de los éxitos y una feliz, gratificante y, esperamos, duradera estancia en La Catarsis Erasmista.


THE NORMAN INVADER
Director
thenormaninvader@gmail.com

Muchas gracias por tus amables palabras, Mil215. Hoy es un día feliz para todos los que trabajamos en INTERCULTURART. Al fin, tras largos meses de esfuerzo y dedicación, hemos conseguido llegar hasta aquí y empezar a formar parte de esta gran comunidad virtual que es La Catarsis Erasmista. Por ello no entraré ahora a cuestionar la idoneidad de tus vínculos editoriales, con los que sabes que no comulgo. No vaya a ser que de un arrebato eches a la hoguera todas mis entradas y mi colaboración en La Catarsis se recuerde como la más corta de la historia. Tiempo habrá.

Prefiero dedicar mis primeras palabras en el blog a todos aquellos que hacéis posible que este proyecto se mantenga tan vivo como el primer día: los stultos. No obstante, para ser sincero, he de confesaros que no estoy muy familiarizado con la jerga renacentista que se gastan los fundadores de esta Republica Litterae. En los años de la Movida Humanista yo ya no era precisamente un mozalbete y no estuve al tanto de las últimas tendencias. De modo que tendréis que perdonarme que no vaya a emplear dicha terminología cuando me deje caer por estos lares. Podéis llamarme «medieval» pero... Un momento, ¿que tampoco es que tengáis una idea muy aproximada de lo que supuso la Movida Humanista? ¿En serio? ¿Y lo decís ahora? Bueno, pues os dejo un pequeño documental que, a pesar de su tono divulgativo, describe de forma amena y acertada el ambiente que se vivió en aquella época.


Una vez aclarado este asunto, es menester que me presente. Desconozco la fecha exacta de mi nacimiento, que tuvo lugar en Rouen, pero debió de acaecer poco después del año 911, cuando la ciudad se convirtió en la primera capital del recién creado Ducado de Normandía. El alto estatus social de mi familia me permitió recibir una educación militar de élite y, tan pronto como alcancé la edad requerida, comencé a acompañar a mi padre en las sucesivas incursiones que mi pueblo realizaba a lo largo y ancho de Europa.

Fue así como empecé a conocer mundo y acabé enamorándome de la península ibérica. Allá por el 970 tomamos Santiago de Compostela tras haber sido rechazados en las costas de al-Andalus. Permanecimos en la ciudad durante algún tiempo —sembrando el caos—, hasta que las tropas del rey de León nos expulsaron de sus dominios. Pero ya era demasiado tarde. ¿Conocéis la historia del rapto de Perséfone? Pues no sé si vuestra tierra formará parte del Inframundo, pero desde que probé sus manjares supe que nadie sería capaz de alejarme mucho tiempo de aquí.

Por el momento, regresé a Normandía y empecé a trabajar para varios señores hasta que, mediada ya la novena centuria, me puse a las órdenes del mismísimo duque Guillermo —al que la historia recuerda como «el Conquistador»—. Mi discreción y buen hacer le llevaron a confiarme una delicada misión unos años antes de la famosa batalla de Hastings. Harold el Sajón, cuñado del rey Eduardo de Inglaterra, había naufragado en nuestras tierras y era ahora prisionero del conde Guy I de Ponthieu. Mi señor, que era primo del monarca anglosajón y aspiraba a sucederle tras su muerte, no podía consentir esta situación. Me envió a parlamentar con el conde, que resultó ser un engreído sin modales difícil de convencer. Parecía sentirse muy seguro por el hecho de llevar un hacha. Así que, desesperado por su permanente negativa, se la arrebaté en un acceso de cólera y volví con mis compañeros para llevar la noticia a Guillermo.

Mi encuentro con el conde de Ponthieu representado en el Tapiz de Bayeux
(nótese su detestable pose de suficiencia).
Finalmente, el conde Guy accedió a liberar a Harold, pero más nos habría valido dejarlo a su merced. El muy canalla, a pesar de haber jurado que guardaría lealtad a mi señor, se coronó rey de Inglaterra tras el fallecimiento de Eduardo el Confesor. Un duque de Normandía no podía tolerar esta traición y, a la mayor brevedad, nos embarcamos para conquistar la antigua Britania. Llevé conmigo el hacha sustraída al conde de Ponthieu, que demostró una asombrosa eficacia y se convirtió en mi arma predilecta. Fue entonces cuando mis compañeros popularizaron entre nuestras tropas el dicho «hachazo al sajón». No tardamos en derrotar al usurpador y Guillermo nos recompensó con el reparto de tierras en la isla. Pero yo no esta interesado en establecerme en aquel paraje hostil y retomé mi intención de regresar a las Españas.

En un principio decidí llevar una vida errante, pues quería conocer de primera mano la gastronomía de los diferentes reinos antes de decantarme por uno de ellos. Durante varios siglos recorrí la Península de una punta a otra, degustando manjares —a cual más exquisito— y pernoctando en diversos monasterios. Fue entonces cuando comencé a interesarme por el arte y la cultura, a la vez que conocía de primera mano la evolución del monacato hispano. Sé que la idea no os resultará apasionante, pero quizás algún día os la relate. Acabé por asentarme en Castilla, pues me di cuenta de que, en su imparable ascenso, acabaría aglutinando todos los manjares bajo un mismo monarca. En todo ese tiempo no dejé de visitar a mis padres, en Normandía, y en cada viaje les llevaba uno de vuestros platos típicos para que los degustaran. ¡Oh! ¡Si supierais cuánto me envidian mis amigos y parientes! Todo el mundo sabe que solo la comida castellana es tan sabrosa, tan delicada, tan exquisita, tan...

La prueba definitiva e irrefutable del deterioro mental de Doña Juana I de Castilla
(y la sabia decisión de su católica progenitora).
En fin, al margen de la disparatada opinión de la tercera hija de Isabel y Fernando, lo cierto es que durante el reinado de los Reyes Católicos tuvo lugar uno de los acontecimientos más felices de mi vida. Poco después de que se iniciase la guerra de Granada, falto de acción, decidí encaminarme hacia el sur y participar en la contienda. Pues, a pesar de haber estado tan lejos de la patria, un normando sigue siendo un normando. Sin embargo, nunca llegué a empuñar el hacha contra los nazaríes, pues mi camino se detuvo en Sevilla. Allí, mientras aguardaba para unirme al próximo destacamento con rumbo a la ciudad de la Alhambra, conocí a la que sería mi fiel compañera de fatigas.

Nuestras miradas se cruzaron en una de las callejuelas que desembocan en la Giralda y, desde entonces, no tuve ojos para nadie más. Llevaba puesto un extraño vestido rojo y se recogía la oscura melena en un curioso broche engalanado con flores. Estaba bailando. Durante una semana acudí todos los días a ver el espectáculo de aquella joven a la que llamaban «La Flamenca de Guasa». Pensé que quizá podría tener algo que ver con esos artistas a los que llamaban «Primitivos Flamencos» —cuyas obras estaban muy cotizadas en el mercado— e inicié la conversación por ahí, haciéndome el entendido.

Lo cierto es que la charla no siguió el rumbo que yo esperaba, pues en ningún momento había previsto la sonora carcajada de la bailarina. Entre risas, intentó explicarme algo acerca de unos neandertales con faldas de faralaes que en ese momento no entendí muy bien y que quizás os cuente algún día. El caso es que, a pesar de este peculiar comienzo, conectamos inmediatamente y empezamos una relación que culminaría poco después con una boda discreta en una solitaria capilla de la catedral.

La Flamenca de Guasa retratada por Joaquín Sorolla en 1914.
El resto, como suele decirse, es historia. Vivimos de aquí para allá hasta que finalmente fijamos nuestra residencia en Madrid, la nueva capital. Desde allí, mi esposa lanzó su carrera hacia el estrellato y en mi cabeza se fraguaba la idea de fundar una revista sobre arte. Pero no terminaba de decidirme por unas coordenadas a las que ceñirme y, a pesar de dedicarle largas horas, era incapaz de encontrarle un nombre. El proyecto estaba estancado. Cuando ya creí que nunca llegaría a realizarlo, todo cambió.

Hace unos meses, en una de las giras de mi esposa —en las que siempre me veía obligado a tratar con distinguidos miembros de la farándula—, conocí a un enigmático anciano de larga barba blanca y sombrero picudo. No sé muy bien cómo pasó, pero nuestra conversación acabó derivando hacia mi proyecto editorial. Él se mostró muy interesado y me apremió a que lo llevara a término. Antes siquiera de poder comentarle mis dificultades, comenzó a hablar. Habló durante horas. De los secretos de la Tierra Media, de los castillos del Mundo Mágico, de los lejanos reinos del Mundo Animado y de las exóticas culturas de Una Galaxia Muy Muy Lejana. Cuando terminó su discurso, una palabra me vino a la mente: INTERCULTURART. «Ya sabes lo que tienes que hacer. Confío en recibir tu revista lo antes posible», añadió. «Y yo espero tu artículo para abrir el primer número». Sonrió. «Espera mi escrito con la primera luz del quinto día. Al alba, abre tu mail». Y así fue. Cuatro meses después, aquí estamos, presentando oficialmente nuestra revista. ¿Habrá merecido la pena este largo recorrido? ¡Ya es hora de que podáis juzgar por vosotros mismos!

MAÑANA
sábado 31 de enero de 2015
en La Catarsis Erasmista

¡PRIMER NÚMERO DE INTERCULTURART!

5 comentarios :

  1. Promete mucho, pero no quiero adelantarme a los acontecimientos. No debo escribir de más, debo reservarme para el primer número....

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    1. Es un honor que el primer comentario sobre INTERCULTURART provenga de la seguidora más fiel de este blog. Gracias. ¡Espero que estemos a la altura de tus expectativas!

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  2. ¡Oh! ¡Oh! Interesante. Ya tengo ganas de leer el primer número. Reconozco que a juzgar por los últimos tweets de Erasmo, además de esta nueva sección, pensaba que habría más cambios en el blog, como nueva apariencia. No sé porque pensé eso pero, da igual, esto lo supera con creces. ¡Hasta mañana!

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    1. Dios mío, ¿te parece poco cambio el hecho de que nos hayamos vuelto bilingües? ¿Sabes cuánto retoque de código HTML supone eso? xD

      El lavado de cara del blog de momento es impensable, principalmente porque nos gusta que mantenga su esencia. :)

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    2. ¡Gracias por tus palabras compañero Barbari Collegae! Mañana podrás comprobar el buen hacer de Mil215 y C-3PO para con el bilingüismo. ¡Esperamos tu opinión!

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Humanistas a la conquista de Facebook