miércoles, 7 de agosto de 2013

Plataformas Catárticas, vol. II

Amigos, las plataformas catárticas vuelven a la carga. Y como nos negamos rotundamente a que nos vuelva a pasar lo que nos pasó con la de Constantino Romero, que al final se convirtió en un in memoriam, allá que vamos con otra plataforma dedicada a un personaje de carne y hueso (antes de que dicho personaje pase a mejor vida: ¡toquemos madera!).

Pero antes de desvelar el nombre del personaje en cuestión os proponemos una breve reflexión. Una reflexión de estas nostálgicas, de las que cuando terminas de reflexionar te dan ganas de comprarte un Casiotone, coserte rodilleras de dinosaurios en el chándal y poner Barrio Sésamo en la televisión. ¡Y no un Barrio Sésamo cualquiera, no, sino el de Espinete y Don Pimpón!


¿Qué pasa, que vosotros no tenéis VHS con capítulos de Barrio Sésamo grabados? ¿O el problema es que ya no conserváis vuestro reproductor de VHS, ese en el que casi quemasteis, de tanto verlas, la cinta de El Rey León junto con muchas otras? ¿Qué especie de niños de los noventa habéis sido vosotros, eh? (No, mira, es que yo leo vuestro blog pero ya tengo treinta y pic-) ¿¡QUÉ ESPECIE DE NIÑOS DE LOS NOVENTA HABÉIS SIDO VOSOTROS, HE DICHO!?

En fin, pensad en los veranos de vuestra infancia: ¿qué caracterizaba a esos veranos? Por mi parte, he elaborado una lista de “cosas” que iban indisociablemente unidas a la época estival. Os pediría que añadieseis datos de vuestra propia cosecha por medio de comentarios en esta entrada, pero sé que una maldición pesa sobre nuestro querido blog a este respecto, así que mejor ni me molesto. Aquí va mi lista:
1. Los cuadernillos de vacaciones Santillana: que, por cierto, empiezo a temerme que he sido la única niña en España que los devoraba y necesitaba que sus padres le racionaran las páginas para que el dichoso cuaderno le durara todo el verano.
2. Los flashes (y no precisamente los de las cámaras): también conocidos como “polo flash”. Los ha habido siempre de varios tamaños, y pedirse el grande era signo inequívoco de que eras un “niño bien”. Los de clase media-baja siempre tuvimos que conformarnos con los pequeños.
3. Las jornadas de playa / río / piscina / barreño en la terraza de sol a sol (los he ordenado un poco por nivel adquisitivo; lo de poner un barreño grande en la terraza, patio o azotea ya era el acabose, pero doy fe de que se hacía): éramos niños incansables, y siempre teníamos al adulto de turno detrás sacándonos del agua cada dos por tres para embadurnarnos en crema solar o recordarnos que la dichosa digestión dura dos horas, así que nada de meterse al agua hasta entonces (también había casos de “Bueno, si te vas metiendo despacito y te mojas la nuca con agua tampoco pasa nada porque te saltes lo de las dos horas, ¿no?”).
4. Las batallas de globos de agua: ¿soy la única que ya no ve que dichas contiendas tengan lugar en las plazas de los pueblos? ¿Se está perdiendo acaso tan magnífica forma de entretenimiento? También era típico que los grifos de las fuentes de los pueblos estuvieran plagados de gomitas de globos que habían reventado mientras los llenaban (porque ojo, lo de rellenar un globo de agua tenía su técnica).
5. Las calcomanías de las bolsas de patatas fritas (y similares): que al principio no eran feas del todo, pero con el tiempo han ido degenerando, ¡y de qué manera! ¿Pero qué niño no se ha puesto una en alguna ocasión? Nos sentíamos absolutamente poderosos, ¡porque era como un tatuaje! ¡Éramos unos chungos! Abríamos las bolsas de Cheetos con ansia asesina en busca de la calcomanía, y blasfemábamos mucho (y muy fuerte, pero en lenguaje de niño de los 90) si por algún casual nuestra bolsa no tenía premio.  Y lo mejor era cuando ya llevabas una semana con la calcomanía puesta (lavándote flojito el trozo de piel correspondiente por miedo a que se quitara), y el dibujillo empezaba a desaparecer y la calcomanía se deshacía, ¡y parecía que tenías roña!
6. Las costras en rodillas, codos y similares: en verano el nivel de niños magullados aumentaba desproporcionadamente. ¿Por qué? Pura lógica: las hostias te las dabas igual en verano que en invierno, pero mientras que en invierno siempre había un sufrido pantalón o jersey que se llevaba la mayor parte del golpe (y, dependiendo del calibre del descalabro, también algún que otro desgarrón perfecto para darle utilidad a esas gloriosas rodilleras de dinosaurios), en verano las que sufrían eran tus carnes de niño valiente y con pocos reflejos.
7. Los anuncios en la televisión de obras maestras del entretenimiento para críos tales como la Bola Loca de Comansi, el Skipit Cuentavueltas de Bizak, o los tremendísimos Bola Buuum y Splash Atom, también de Bizak (entre otros): míticos. No tengo palabras para describirlos. Te los colaban a la hora del desayuno de seguido y taladraban tu mente con sus promesas de diversión veraniega. ¿Vosotros llegasteis a tener alguno de los mencionados? Yo no. ¡Pero eso no importa! ¿Sabéis por qué? Porque el no-va-más de todos estos juguetes creados por y para el verano eran LAS PISTOLAS DE AGUA SUPER SOAKER. He buscado por YouTube algún anuncio de dichas pistolas que me sonara haber visto en mi tierna infancia, pero la búsqueda ha sido en vano. Lo más parecido que he encontrado ha sido un anuncio noventero mejicano que, pese a todo, ilustra a la perfección el espíritu de estas armas/juguetes (depende de con qué propósito se utilicen):
¿Alguna vez tuvisteis una Super Soaker? Yo no, ¡pero sí tuve algún sucedáneo de Super Soaker adquirido en un Todo a 100 de la época! (Sí, amigos, un Todo a 100 y no un “chino”. ¡Qué tiempos aquellos!) ¡Y lo disfruté como una enana!
8. Ya que hemos entrado en materia televisiva, sigamos buceando en este tema. Otra cosa típica de los veranos de mi infancia era poder ver la televisión todas las mañanas a la hora del desayuno, esto es, en una franja horaria que podía abarcar desde las 08:00 a las 12:00, dependiendo de tus costumbres y de lo permisivos que fueran tus padres (actividad que, en época lectiva, solo podías permitirte llevar a cabo los fines de semana). Muchos eran los programas que se emitían en dicha franja horaria y que hacían las delicias de los críos, pero si hay uno que destacaba entre la multitud era el Megatrix de Antena 3. ¿Y por qué? PORQUE LO TRASLADABAN AL AQUÓPOLIS.
¿Habéis ido alguna vez al Aquópolis? ¡Yo no! Pero es igual, porque tú estabas sentado en tu sofá y veías a los concursantes mojándose el culo en el Aquópolis y, ¡qué demonios, era como si te estuvieras mojando tú el tuyo! ¡Qué espíritu!
9. Pero ojo, que el resultado más perfecto que ha dado la fórmula “Televisión + Verano” no ha sido ni de lejos el Megatrix. Si hay algo que ha caracterizado mis veranos, y junto con los míos también los de mucha otra gente (tengo pruebas fehacientes de ello), ha sido un concurso televisivo. Un concurso que ha conseguido emocionar por igual a niños y mayores. EL MEJOR PROGRAMA QUE HA PARIDO ESPAÑA –con permiso del Un, dos, tresDESDE QUE LA TELEVISIÓN ES TELEVISIÓN. Y sí, amigos estultos, ese programa no es otro que…
¡EL GRAND PRIX DEL VERANO!

¿Quién no ha visto El Grand Prix del verano alguna vez, eh? ¿¡Quién!? ¿Quién no se ha echado sus buenas risas con los Troncos locos, con Don Tancredo, con ¡A por Caperucita! (lo del túnel de las cuerdas elásticas era demasiado bueno para ser cierto), con Los pingüinos, con Los bolos o con la mitiquísima Patata caliente y las caras de susto que ponían los concursantes (alcaldes y famosillos de tres al cuarto) cuando el globo explotaba? Porque si no es vuestro caso, amigos míos, permitidme que os diga que no tenéis perdón de Ningirsu.



Que luego, si lo miras bien y comparas fechas, te das cuenta de que los de Humor amarillo –otro SEÑOR PROGRAMÓN al que algún día tendremos que dedicarle una entrada de honor en La Catarsis–, llevaban en el negocio desde los años 80 (en el original japonés) y desde principios de los 90 (en Telecinco)… y que ambos concursos tiene un parecido innegable. Y es que Los troncos locos se asemejaban mucho a Los rollitos de primavera, había partes de las distintas gymkhanas que recordaban a Las zamburguesas, y la prueba de Los rompepuertas no puede negar ser descendiente directa de Las puertas del pánico.

Con todo y eso, El Grand Prix tenía algo que los de Humor Amarillo, por mucho que sus comentaristas fueran unos cachondos mentales y que contaran con un equipo original japonés encabezado por el mismísimo Takeshi Kitano y secundado por una plantilla de personajes míticos como el General Tani, Pinky-Winky, Dolores Conichigua, Pepe Livingstone, Paco Peluca, Juanito Calvicie, el Chino Cudeiro y compañía, nunca podrían igualar: El Grand Prix tenía a Ramón García.

Y sirva la mención del nombre de tamaña leyenda televisiva española para dar paso, ya sin más preámbulos, a la plataforma catártica de hoy:


PLATAFORMA PARA QUE RAMÓN GARCÍA VUELVA A LA TELEVISIÓN


Ramón García (Bilbao, 28 de noviembre de 1961), por si hay alguien muy, MUY despistado, es locutor de radio y presentador. Aunque debutó en televisión allá por 1990 en Antena 3, sus trabajos más conocidos han sido en TVE1, donde en 1993 estrenó ¿Qué apostamos? (que continuaría presentando hasta el año 2000), y donde desde 1996 y hasta el año 2005 presentaría El Grand Prix todos los santos veranos.


Además, Ramontxu (¡y su capa!) nos han acompañado todas las Nocheviejas en las Campanadas durante 13 años,  once de ellos en TVE1 (desde 1995/96 hasta 2006/07, faltando a la cita solo en las campanadas de 1996/97), y dos años más en Antena 3 (2007/08-2008/09).


Se dice, se comenta, que en las campanadas del 2005/06, el saludo que nuestro querido Ramontxu dedicó a sus compañeros de Punto Radio (donde trabajaba desde 2004) le valió una acusación por publicidad encubierta, así como la supresión del Grand Prix y su práctica desaparición de TVE1 (que se haría efectiva el año siguiente, tras presentar las campanadas por última vez en esta cadena).

Desde entonces, ¿qué? Desde luego, hemos seguido viéndole el pelo a Ramontxu en éxitos menores como ¿Sabes más que un niño de primaria?, PERO NO ES LO MISMO. ¡Claro que no es lo mismo! ¡Un verano sin El Grand Prix ni es verano ni es nada! Y esto lo saben los peces gordos de la televisión, que tras la “desaparición” de Ramón García vendieron El Grand Prix a otras cadenas (las cuales, intuimos, debieron de sacar uñas y dientes para hacerse con él, ¡pobres ilusas!), colocando a un nuevo presentador al frente del programa que pretendía tomar el relevo del gran Ramontxu: Bertín Osborne.

Lo sentimos Bertín, pero por muchas fotos que te hagas con Manowar sigues sin ser un sustituto válido para Ramón García. Pero vamos, que ni tú ni nadie.

Supongo que todos estaréis carcajeándoos a gusto. ¿Bertín Osborne intentando ponerse a la altura de Ramón García? ¿PERDÓN? Muy desesperados tenían que estar y muy pocos dedos de frente tenían que tener los directivos de dichas cadenas televisivas para pensar que semejante treta funcionaría. ¿Tomaban por tontos a los telespectadores? Hombre, pues no digo yo que al público actual no se la hubieran colado, pero nosotros éramos niños curtidos televisivamente, sabíamos lo que queríamos y exigíamos CALIDAD.

“¡Bertín Osborne, vuélvete a Lluvia de estrellas y déjanos en paz! ¡QUEREMOS A RAMONTXU! ¡QUEREMOS A RAMONTXU!”

¡Pero mira qué cara de buenazo tiene! ¿Cómo no vamos a quererle?

Como era de esperar, El Grand Prix sin Ramón García fue un verdadero fracaso y al final tuvo que cancelarse (aunque han llegado a mis oídos rumores de que este año se emitirá una especie de refrito del Grand Prix, esta vez con concursantes internacionales… o eso dice la Wikipedia).

Igualmente, las Campanadas son un bodrio desde que la capa de Ramontxu y el propio Ramontxu no se asoman a la Puerta del Sol para televisarlas. ¿Alguien se acuerda del fatídico día en que se enteró de que Ramón García no iba a volver a presentar las Campanadas? ¿Nadie pensó hasta el último momento “Seguro que es una broma y ahora Ramontxu aparece de un salto en el balcón, envuelto en la capa, estilo Batman”? ¿Solo yo?

Ramontxu y su capa. Inseparables.

Resumiendo: desde La Catarsis Erasmista queremos hacer un llamamiento a las autoridades televisivas –en las que no tenemos fe ninguna, visto cómo está el patio de un tiempo a esta parte– para rogarles que devuelvan a Ramón García a su hábitat natural, esto es, la televisión. Queremos un Grand Prix del verano como los de antes, en TVE1, con reposición los domingos por la mañana (por si te habías perdido algún trozo). Y queremos asimismo, por amor de Ningirsu, que Ramontxu y su capa (y también, de manera opcional, las pechugas de Ana Obregón) retornen cada 31 de diciembre al balconcito de la Puerta del Sol que legítimamente les pertenece.

Necesitamos afiliarnos al equipo azul o al equipo amarillo, ver a gente dándose trompazos sanos en la televisión, recrear pruebas del Grand Prix con los cojines de nuestro sofá, mofarnos de los famosetes que no tienen ni idea y dicen burradas en La patata caliente, comentar los mejores momentos del programa con nuestros amigos en la piscina al día siguiente... ¡Necesitamos tener sueños, ilusiones! ¡Yo quiero participar en El Grand Prix!

¡NECESITAMOS TENER LA OPORTUNIDAD DE COGER A NUESTRO HIJO POR LOS HOMBROS Y DECIRLE MUY SERIOS: “HIJO, YO PARTICIPÉ EN EL GRAND PRIX, CASI ME PARTÍ LOS PIÑOS EN LOS TRONCOS LOCOS, Y ES DE LO QUE MÁS ORGULLOSO ESTOY EN MI VIDA”!

La televisión es un invento inútil desde que Ramón García no aparece en ella.
Los veranos son menos veranos desde que Ramón García no presenta El Grand Prix.
Las Nocheviejas no tienen sentido desde que Ramón García no se toma las uvas con nosotros.
El mundo es un lugar más triste si Ramón García no está en nuestras pantallas.
He dicho.




12 comentarios :

  1. RAMONCHUUU(Dicho con "ch", todo muy castizo). Yo soy fan de él y su capa. Me quito el sombrero ante vuestras últimas palabras de la entrada :'D

    Y por cierto, ya que habláis de la Bola Loca y Megatrix; una cosa que yo creo que me traumó fue la siguiente
    http://www.youtube.com/watch?v=5RPCbLgTmdA

    Creo que me acompañará siempre.

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    1. ¿Y a quién no le ha traumatizado ese vídeo? ¿O cualquiera de los que el dichoso Corte Inglés ha ido sacando todos los santos veranos para recordarnos que LA AMENAZA LECTIVA seguía ahí, al acecho, esperándonos en septiembre?

      Qué terror.

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  2. Oh! que recuerdos! jajaja pero has olvidado series míticas veraniegas, como Dragon Ball y alguna mas que no recuerdo xD Y si, yo también pienso que debería volver el Grand Prix con Ramontxu.

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    1. "Como Dragon Ball y alguna más que no recuerdo..."

      Vale, lo de Dragon Ball pase. Pero hasta que no me des nombres del resto, no te creeré. xD

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    2. Street Sharks, creo que también solían emitirla los veranos. Esta es mítica Punky Brewster =O. También emitían Salvados por la campana, serie que no me gustaba mucho xD. Más... más... El Equipo A xD, la genialisima serie de Spiderman (A decir verdad esta no se si era los veranos o siempre xD)

      Y luego también estaban Los vigilantes de la playa que esta si que es mítica mítica o Pacific Blue (Esta la veía en Telemadrid por las tardes) esta última creo que no era tan famosa pero me encantaban los policías en bici xD

      Ala, espero que ahora me creas jajajaja (Para serte sincero algunas he tenido que buscarlas xD)

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    3. ¡Los vigilantes de la playa y Pacific Blue! ¡Qué míticas! Vale, me has convencido.

      El resto me suena haberlas visto también en periodos no estivales (aunque no estoy segura), pero lo cierto es que son todas obras maestras. ¡Anda que no me habré tragado veces Punky Brewster!

      Y en serio, deja de echar piedras sobre tu propio tejado: "Para serte sincero algunas he tenido que buscarlas". ¡Mal hombre, mal! ¡Habías quedado como un seriéfilo de nivel alto! ¡Podías haberte ahorrado el comentario! xDD

      (Le resta profesionalidad, pero le suma honestidad. Te perdonamos.)

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  3. Toda mi infancia en esta entrada... Pero me ha faltado algo ¿Nadie sufría cuando al final del verano empezaban los anuncios del Corte Inglés "Volver a empezaaaaaar OTRA VEZ... Volver a encontrar los viejos amiiiiiigos"? ¿Soy la única que deseaba que su madre olvidará que tenía que ir al cole?

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    1. Deberías echarle un ojo al comentario de Cris Kelpie... ;)

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  4. Ay :D

    Supongo que entra en pre/adolescencia pero, dónde quedan los campamentos de verano...

    (Mi primer campa fue con 8 añetes, yo a eso lo considero niñez *__*)

    Y alguna referencia a esos abuelos que daban la mañana entera y parte de la tarde por sus nietos... Y esto incluía viajes al parque de turno, servir las comidas correspondientes, y aguantar dibujitos en la tele durante horas(*)

    *¡Ojo! Que el tema de los abuelos da para otra Plataforma Catárquica, let me zinc about it

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    1. Yo es que de campamento empecé a irme a los 13 o 14, así que eso ya es adolescencia teenager a tope. Pero llevas razón, muchos chavales se iban de campamento desde chiquiticos.

      En lo que a los abuelos respecta, los míos han pasado de sus "obligaciones como abuelos" conmigo. Ni parques, ni comidas, ni dibujos en la tele.

      Así que sí, esa entrada catártica es enteramente tuya... porque yo no tengo nada que aportar.

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  5. leer esto al final del verano y darse cuenta de que no he hecho prácticamente ninguna de las cosas de esa bendita lista que en su día sí hice hacen que ahora mismo el suelo esté inundado de lagrimones T_T
    Por cierto, yo a esa lista añadiría una cosa que no sé a vosotros pero a mi me repateaba: las condenadas siestas después de comer y/o en su defecto estarse "calladito" porque los mayores tenían que dormir SU siesta.
    Señoras tías (porque la abuela con el sonotone no se pispaba de nada): si no son capaces de dormirse con el alboroto de unos inocentes niños que se dan de hostias a todas horas, es que NO DEBERÍAN dormir siesta¡¡¡¡

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    1. LAS SIESTAS SON SAGRADAS. Por algo hasta los ingleses conocen el significado de la palabra siesta y la usan en vez de nap.

      Pero sí, cuando eres un crío las malditas siestas (que pueden durar desde 30 inocentes minutos hasta 4 horas) se hacen interminables...

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